Una mezcla de tradición y mala baba de cierta prensa logra a diario verdaderas perlas. Son los guardianes de la reserva espiritual de Occidente.

«Abc» adjudicaba ayer una flecha hacia abajo a la alcaldesa de Altsasu porque «la regidora -de Bildu- se muestra también absolutamente permisiva con las pancartas contra la Benemérita que proliferan por toda la localidad». En páginas interiores, aseguraba que Altsasu «está poblada de pancartas y pintadas contra la Benemérita». ¿Por qué será? Ese diario jamás se ha hecho eco de las denuncias de las vecinas y vecinos de Altsasu y alrededores, pero le parece «sangrante» el «enorme cartel que, en colores bien llamativos, los proetarras de la localidad han situado en una de las paredes laterales de la iglesia de la Asunción, parroquia de la localidad. `Alde Hemendik!' reza la inscripción que significa `Fuera de aquí' en vasco». También informaba del contenido de otra pancarta que explica por qué ese y otros muchos pueblos de Euskal Herria rechazan a ese cuerpo militar: «Herriaren Etsaiak».

El «submarino» de «La Razón» descubría ayer «La nueva alianza soberanista de ERC». ¿Alarma? Más aún: «Peligro, peligro. El líder de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, mantiene una muy fluida relación con la portavoz de Bildu en el Parlamento vasco, Laura Mintegi. El objetivo es aunar fuerzas para una posible candidatura conjunta a las elecciones europeas, bajo las siglas de un frente independentista». Pues nada, a sacar los tanques y todo solucionado. Según aseguraba después, «El dirigente de ERC ha viajado a Bilbao, en medio de un gran secretismo, y se le ha visto con algunos prebostes de la izquierda abertzale y con mediadores para la negociación con ETA, intervinientes en la última reunión en el palacio donostiarra de Ayete». Resulta que viaja «en medio de un gran secretismo» y cualquiera, hasta el «submarino» de «La Razón», lo ve por las calles de Bilbo. Por cierto, ¿se presentarán los mediadores a las elecciones?

«La Gaceta» pasaba al otro lado del Atlántico para contar algo que jamás entenderá y por aquí tan bien comprendemos. «Argentina expulsa a Colón», titulaba, y decía que la presidenta argentina «ordena desmontar la estatua del descubridor frente a la Casa Rosada y cambiarla por la de una guerrillera boliviana, financiada por Evo Morales». Sin pedir permiso a España, a Rajoy o al menos a Rouco. Y es que «la gesta española en América merece el monumento». A dónde vamos a parar, oiga.