La guerra siria y el gas obstaculizan la cumbre entre la UE y Rusia
Los desacuerdos sobre la guerra siria, el gas ruso que suministra a Europa y los derechos humanos hacen de la cumbre que se abrió ayer entre la Unión Europea y Rusia en Yekaterimburgo una de las más difíciles de las celebradas entre ambas potencias.
GARA | YEKATERIMBURGO
El presidente ruso, Vladimir Putin, recibió ayer al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy y al presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Barroso, en Yekaterimburgo, una ciudad industrial de los Urales, a 1.500 kilómetros al este de Moscú, para una cena previa a la cumbre entre la UE y Rusia, en la que no todos los platos serán fáciles de digerir.
Antes de su llegada, Catherine Ashton, responsable de la diplomacia europea, declaró que esperaba hablar de derechos humanos, de la muerte en prisión en 2009 de Sergei Magnitski, jurista de un fondo de inversión occidental, y de leyes consideradas «liberticidas» por la oposición, adoptadas tras la vuelta al Kremlin de Vladimir Putin.
«Sé que las organizaciones rusas de la sociedad civil no están de acuerdo con que se les cuelgue el apodo humillante de `agente extranjero' porque no lo son», declaró Ashton, en referencia a la ley sobre las fundaciones políticas extranjeras.
Pero el representante ruso ante la UE, Vladimir Chijov, declaró al diario «Kommersant» que Moscú no espera hablar de otra cosa que de economía con la UE. La UE «está un poco hinchada en la expansión de sus supuestos valores, mientras que nosotros no le damos lecciones sobre lo que debe hacer en materia de moral y costumbres», señaló Alexei Pushkov, jefe de la comisión parlamentaria de asuntos internacionales en alusión a la legalización del matrimonio gay en el Estado francés, que ha generado un sarcástico revuelo en medios oficiales rusos.
Estos desacuerdos se añaden a los de la crisis siria, donde la UE ha levantado el embargo de armas para poder suministrar armamento a la insurgencia, mientras Moscú prevé entregar al régimen en los próximos meses al régimen misiles antiaéreos S-300 (equivalentes a los Patriot que la OTAN ha desplegado en Turquía) y cazas Mig.
Moscú y Bruselas podrían pasar por encima de estas discrepancias con un genérico comunicado de apoyo a la conferencia de paz, pero el conflicto del gas hace prever una cumbre sin grandes avances. Rusia suministra una cuarta parte del gas consumido en Europa, un dominio que, durante mucho tiempo, ha permitido al gigante Gazprom dictar sus precios.
Pero en setiembre, la Comisión Europea abrió una investigación formal contra Gazprom, por supuesto obstáculo a la competencia y manipulación de los precios.
Esta decisión, junto a la prohibición de Gazprom del control de gaseoductos y redes de distribución en Europa, ha provocado la cólera de Putin y aleja las oportunidades de una mejora de las relaciones.
EEUU va a desplazar misiles Patriot y aviones de combate F-16 a Jordania para unas maniobras militares, tras las cuales parte de este armamento podría quedarse en el país, sumándose a los que la OTAN ya ha colocado en Turquía, cerca de la frontera siria. El teniente-coronel T.G. Taylor señaló que el objetivo es «reforzar la posición defensiva de Jordania». El despliegue, anunciado la vez que Damasco y Moscú negociaban el suministro de los misiles S-300 a Siria, llega cuando la ONU, EEUU y Rusia preparan la conferencia de paz sobre Siria, que se ha retrasado hasta julio. Mañana tendrá lugar una reunión previa. Sobre el terreno, un misil mató a 26 personas, entre ellas seis mujeres y ocho niños, el domingo en Alepo, y continúa la tercera semana de asalto del Ejército a la ciudad estratégica de Qusseir. En Líbano al menos cuatro personas murieron y otras 31 resultaron heridas en choques entre partidarios y detractores del régimen sirio en la ciudad de Trípoli. En el plano político, la oposición sigue debilitándose, y la Comisión General de la Revolución Siria -que representa a activistas del interior- abandonó la Coalición que agrupa a los opositores, denunciando las «ambiciones personales» de algunos dirigentes. GARA
Bruselas intentará evitar la prohibición de volar a Rusia a sus compañías aéreas si no aceptan entregar los datos personales de sus pasajeros desde el 1 de julio, una medida similar a la negociada en 2012 entre la UE y EEUU. Este propósito puede debilitar la posición europea a la hora de negociar otros temas, las visas que reclama Moscú.