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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Al final, lo de siempre

Hoy traemos a esta lupa de papel a uno de los pesos pesados de la nómina carpetovetónica, el mediático Hermann Tertsch, quien anunciaba ayer en el titular de su columna de «Abc» que iba a hablar de «mentiras»..., pero al final acababa hablando de lo que todos los de su escuela. Ya verán. El plumilla empezaba diciendo que «nuestra transición política cometió graves errores al redactar la Constitución de 1978 y al infravalorar los peligros que sobre ella se cernirían. Por urgencia, negligencia y debilidad, también por buena fe, no supo establecer una base histórica común, verdadera. Y se permitió que como gran excepción de la regla de que la historia la escriben los vencedores, fueran los perdedores de la guerra los que impusieran su versión». Por aclarar, cuando Tetrsch habla de guerra se refiere a la que siguió al golpe fascista del 36, cuando habla de «vencedores» se refiere a los fachas golpistas y los «perdedores» son quienes sufrieron la dictadura franquista. Equiparar ambas partes como si fuera un derby de fútbol dice mucho del escribiente. Y decir que la historia la escribieron «los perdedores» sí que es una mentira. El columnista de la derechona se quejaba luego de que «el rodillo de la supuesta legitimidad democrática monopolizada por la izquierda pasó por encima de todas las verdades incómodas», y añadía que «solo gracias a esa conquista subrepticia de la supremacía moral y del práctico monopolio del relato histórico, con la mentira omnipresente del antifranquismo legitimador, se ha podido avanzar tanto en la destrucción impune y prácticamente incontestada del gigantesco legado histórico y la apabullante legitimidad de la realidad de la Nación española». Vaya perorata. Después de escribir eso una se lo imagina clamando a viva voz aquello de «una, grande y libre»...

Pero se preguntarán a dónde quiere llegar este señor. Pronto lo explica. Lean, lean: «Ahora hay otra gran mentira con la que quieren anclar y hacer irreversible esta miseria. Es la de la legitimidad de ETA. La del supuesto conflicto histórico que se resolvería con una transición entre iguales como en su día se pretendió entre las dos Españas. Es una nueva infamia. Que la izquierda ya ha asumido por completo e intenta con creciente e intenta con creciente éxito imponer en la derecha española». Acabáramos. Al final le duele donde siempre. ¿De qué escribirán algunos cotizados cuando les dejemos plantados?

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