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Floren Aoiz | www.elomendia.com

Entre asambleas de majaras y comités de sabios...

Mejor sería hacer la consulta en el frenopático: nadie contestaría que para salvar a la gente hay que echarla por un precipicio, que es lo que los majaras-sabios proponen como si hubieran encontrado la piedra filosofal

La Asamblea de Majaras ha decidido la llegada del sol y el buen tiempo socioeconómico. Los datos del paro en mayo han sido utilizados a modo de pregón anunciador de la superación de los malos tiempos. El invierno económico se aleja porque así lo ha decidido el enésimo grupo de expertos. Poco importa que sean los mismos expertos que celebraron la burbuja y nos metieron en estos barros.

La gente que sufre las andanadas de esta no-crisis tan dura observa con estupor el supuesto fin de sus desgracias. Un fin que más allá de los discursos oficiales u oficiosos, que no es lo mismo pero es igual, no se percibe por ningún lado. Pero no importa, porque como todo el mundo sabe, carece de trascendencia lo que puedan pensar quienes padecen la economía: sólo es relevante lo que afirman quienes la controlan y dirigen.

Puede parecernos difícil distinguir entre una asamblea de majaras en estado de gracia en el patio del frenopático y un comité de sabios encorbatados analizando las perspectivas de la economía. Pero la diferencia es notable. Mientras un cónclave de majaras carece de perversas intenciones y puede resultar bastante entretenido, no hay nada más aburrido y peligroso que una reunión de expertos. Y esto es así porque se trata de majaras que se creen expertos a los que alguien, en lugar de enviar al frenopático, les ríe la gracia y les sigue la corriente. Y así van las cosas, claro. Pero el gran problema es que se trata de majaras muy pero que muy peligrosos porque, como dicen en mi pueblo, «tonto-tonto, mierda-mierda». Serán majaras, pero tienen muy clarito para quién trabajan y a qué conclusiones deben llegar.

Por eso, atendiendo a las consignas de unos poderes políticos agobiados han decretado, otra vez, el principio del fin de la crisis. Por eso también, una de estas asambleas de majaras ha concluido, contra lo que podría deducirse de la supuesta superación de lo peor, que el sistema de pensiones en el Estado español es inviable y la única manera de salvarlo es limitarlo.

Esto pasa si dejas las cosas de comer en manos de estos majaras. Mejor sería hacer la consulta en el frenopático: nadie contestaría que para salvar a la gente hay que echarla por un precipicio. Que es precisamente lo que los majaras-sabios proponen como si hubieran encontrado la piedra filosofal. Para salvar las pensiones, nos debemos cargar las pensiones. La receta no es nueva, claro, nos han propuesto lo mismo para salvar la enseñanza (destrozarla) y la sanidad (desguazarla).

Nos dicen que la Seguridad Social no es capaz de autofinanciarse. Lo que no nos dicen es, como denuncia la catedrática Miren Etxezarreta, que esta exigencia no se aplica a las obras públicas, los gastos militares o los de la monarquía. ¿Qué pasaría si este principio se extendiera al caso del TAV en Nafarroa, por ejemplo? Sobre estos asuntos nada tienen que decir. Los sabios-majaras son lo suficientemente inteligentes y caraduras como para evitar proyectar su sabiduría contra los que les dan de comer.

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