Mikel INSAUSTI

Es muy de agredecer el notable esfuerzo de Anaïs Barbeau-Lavalette por estudiar e intentar comprender los entresijos del conflicto israelí-palestino, dedicándole un largo periodo de su vida, que ha llegado a abarcar una circunstancia vital tan importante como la de la maternidad. La cineasta québécois procedente del documental pone el foco en las madres y niños que sufren las duras condiciones de vida en los campos de refugiados en Cisjordania, y ha ido a fijarse más concretamente en uno que representa la actitud autista frente al desastre, y así «Inch' Allah» se cierra con la imagen poética de ese pequeño desplazado de la realidad que golpea una y otra vez una piedra contra el muro de la vergüenza, hasta conseguir abrir un orificio por el que puede ver los árboles que hay al otro lado.

Por el camino se han quedado los niños que no logran sobrevivir a los ataques sionistas, y nada más expresivo en tal sentido que la terrible secuencia en que la madre palestina pierde a su bebé en el parto, al ser retenida en un puesto de control. El hecho es el que es, y no admite interpretaciones, se mire como se mire. Teniendo en cuenta que la mujer se queda sola en el mundo, ya que su marido es un preso político de larga condena, resulta previsible su reacción para ofrecerse como voluntaria en un ataque suicida. Ahora bien, la forma en la que la realizadora nos muestra su radicalización emocional reduce dicho proceso a una mera explosión fanatizante, a una especie de automatismo. En su firme decisión de autoinmolarse ya no reconoce al verdadero enemigo, volviéndose también contra la cooperante y comadrona que no tiene ninguna responsabilidad en el asunto, justo alguien que no se ha limitado a ser una simple observadora, solidarizándose activamente con el dolor del asediado pueblo palestino.

Es lo que tiene la mirada extranjera, a diferencia de la nativa reflejada en «Paradise Now» o «El atentado», donde el activismo armado era objeto de una mayor introspección analítica. En «Inch' Allah», lo mismo que en «Incendies», el impacto de la violencia es mucho más externo, así como visualmente efectista.