La poderosa minoría Wa quiere su propio Estado en un Myanmar federal
Conocido por la fuerza de su ejército y de sus relaciones con China, la minoría étnica wa reivindica ahora un Estado en el seno del Myanmar federal, una manera de acentuar su enfrentamiento con el nuevo régimen birmano.
AFP | MANGPAN
El país asiático tiene catorce divisiones o estados, con un Gobierno y un Parlamento local en cada uno de ellos. Sin embargo, contempla solo tímidamente una descentralización más amplia, después de décadas de un régimen militar obsesionado por la unidad, frente a movimientos guerrilleros dispersados por los cuatro puntos cardinales del territorio.
Los wa constituyen el más poderoso ejército rebelde del país, integrado por unos 30.000 efectivos, asentado en la frontera con China y acusado de financiarse con el tráfico de drogas.
Ellos está dispuestos a mantener su posición en un juego político completamente remodelado desde la salida de la Junta Militar en 2011 y desde la implementación de profundas reformas políticas.
La minoría wa administra ya, con total autonomía, seis distritos electorales en el Estado de Shan, donde habitan alrededor de 800.000 personas. Pero para Tono Sann, un portavoz del Ejército Unido del Estado Wa (UWSA), «eso no es suficiente».
«Queremos ser reconocidos como un Estado» de pleno derecho, manifestó a France Presse durante una ceremonia religiosa celebrada en Mangpan, en el Estado de Shan, en la que los líderes rebeldes hicieron una inusual aparición pública.
La demanda cobró fuerza durante la firma, el año pasado, de los acuerdos de paz entre una decena de grupos guerrilleros y el nuevo Gobierno, que insiste en su voluntad de construir una paz sostenible. Emana de un poder esencial e irrevocable, que esta etnia tiene desde que en 1989 suscribiera un tenso alto el fuego.
Estado wa
«Los wa han demostrado en el pasado su capacidad para obtener las concesiones que necesitaban», asegura Nicholas Farrelly, de la Universidad Nacional de Australia.
Sus recursos políticos, militares y económicos convierten a esta etnia en «una fuerza que hay que tener en cuenta», añadió.
«Administrando lo que parece ser una feudo fronterizo independiente, es lógico que los wa sometan a las autoridades a una prueba respecto a un nuevo estilo de descentralización», señaló Farrelly.
Según Tono Sann, la demanda de un «Estado wa» ha sido ya presentada por el UWSA, especialmente para aprovechar los programas federales de desarrollo. El UWSA habría recibido la garantía de que la cuestión será examinada por el Parlamento birmano.
Para Sai Pao Nap, un diputado del Partido Democrático Wa, la promoción administrativa también permitiría a los wa gestionar directamente sus relaciones con el Estado birmano sin pasar por el Estado Shan. «No creo que vaya a haber problemas», pronosticó.
En los últimos dos años, la tensión entre los wa y el Ejército regular de Myanmar ha aumentado.
Hace unas semanas, un informe de IHS Jane calificó incluso de «frágil» el alto el fuego y sugirió que los wa habrían comprado helicópteros chinos en el marco de un «programa de rápido rearme».
Negada por Pekín, la compra de esos aparatos fue asimismo desmentida por Tone Sann, quien también refutó la importancia de la producción de opio y de metanfetamina en la zona.
Pero el gran vecino, aseguran los observadores, nunca está muy alejado. China es el «facilitador y promotor del éxito» del UWSA, sostiene Farrelly. «Esta es una tierra fronteriza que se define por sus complejidades y ambigüedades; los chinos juegan un papel inevitable en lo que consideran su patio trasero».
Una cuestión étnica sensible más para el presidente birmano, Thein Sein, quien ya está tardando en alcanzar la paz con la última guerrilla activa, los kachin, en el extremo norte del país.
Las conversaciones con estos últimos, que continuaron el pasado martes, duran ya varios meses sin éxito y los combates continúan, alimentando la idea de que Naypyidaw está tratando de acabar, de una vez por todas, con los grupos rebeldes.
El presidente de la Cámara Baja de Myanmar, el exgeneral Shwe Mann, ha anunciado su candidatura a la Presidencia tras las elecciones legislativas de 2015, unos días después de que lo hiciera la líder opositora Aung San Suu Kyi. «Seré candidato a presidente porque es un puesto clave para trabajar por el bien del país y los intereses del pueblo», declaró el ex «número tres» de la Junta Militar birmana. «Si hubiera un cargo más importante (...), aspiraría a él», insistió Shwe Mann, quien afirmó que él «puede hacer más que otros por la unidad de los grupos étnicos, la reconciliación nacional, el Estado de Derecho, la estabilidad regional y la paz».
El exgeneral sigue los pasos de Aung San Suu Kyi, que el jueves anunció que aspirará a ese cargo, que será designado por el nuevo Parlamento que sea elegido en 2015. La líder opositora necesita antes una reforma constitucional, ya que la Carta Magna prohíbe asumir la Presidencia a un birmano casado con un extranjero, como es su caso.
Shwe Mann, que lleva dos años trabajando por dotar a la Cámara Baja de mayor peso, confirmó que se había creado una comisión para revisar la Constitución y que no se opondrá a sus conclusiones. GARA