La presencia del Campeonato de Europa de Camiones en el Circuito de Los Arcos hace unas semanas desató una euforia verdaderamente inexplicable en la sociedad navarra. Mientras los políticos se encargaban de vender el trazado de carreras como una fuente de inversión y ocio, nos hemos dado cuenta de que construir un circuito en nuestra comunidad, además de una estafa, supone una dolorosa pérdida de dinero. Supongo que no seremos pocos los aficionados al motor que hemos preferido no hacer acto de presencia en el Circuito de Navarra ante su pobre calendario deportivo.

¿Es viable invertir 50 millones de euros en una pista que ofrece como máximo estandarte una carrera de camiones? Ni qué decir tiene que su ubicación está más cerca de Logroño que de Pamplona, lo cual deja sospechas sobre la intención política que hay detrás de esta construcción. A decir verdad, supone un negocio inviable que no satisface, ni de lejos, una base deportiva sobre la que se ha de asentar un circuito de carreras. Lo más grave es que el Gobierno sigue calificando una competición de camiones como «gran evento», cuando el trazado está supues- tamente destinado a albergar citas como entrenamientos de Fórmula 1. Y lo peor está por llegar, ya que las pérdidas van a superar los 17 millones de euros en 2014. Sigamos disfrutando con unos camiones mientras nuestra comunidad se desangra ante despropósitos como éste.