Los conservadores buscan evitar una segunda vuelta ante Rohani
Los llamamientos a retirar candidaturas para promover la unidad conservadora frente al único candidato pragmático del gusto del electorado reformador se multiplicaban ayer, en vísperas del cierre de campaña para las presidenciales del viernes. Y es que las encuestas apuntan a una posible segunda vuelta, lo que genera nerviosismo en el ala más conservadora de la República Islámica de Irán.
GARA | TEHERÁN
Alrededor de 50,5 millones de electores están llamados a elegir mañana al sucesor del presidente saliente, Mahmud Ahmedineyad. La campaña electoral termina a primera hora de hoy.
Los expresidentes Akbar Hachemi Rafsandjani y Mohamed Jatami, clérigos del sistema pero pragmáticos frente al sector conservador, han hecho un llamamiento a los votantes reformistas a unirse detrás de Hassan Rohani tras la renuncia a participar del otro candidato pragmático, Mohammad Reza Aref. En ausencia de grandes mítines públicos, prohibidos por las autoridades, los reformadores movilizaban a los suyos apelando a través de sms a votar por Rohani.
Frente a este único candidato del reformismo, se multiplicaban los llamamientos a los cuatro conservadores que quedan en liza para que desistieran en favor del que tendría más posibilidades. La presión se concentraba sobre todo en torno al exjefe de la diplomacia iraní Ali Akbar Velayati, para que se retirara de la carrera. Mohamed Baqer Qalibaf y Said Jalili parecían los mejor situados.
Estos dos últimos tenían previstos sendos mítines en Teherán, mientras que Velayati estaba de gira provincial por Karaj, al oeste de la capital.
«Para vencer en primera vuelta, los conservadores deben unirse imperativamente y hay consultas para llegar a un acuerdo», anunció Habibolah Asgharolladi, secretario general del frente de los partidarios de la línea del imam y del guía supremo, Ali Jamenei, que reúne a varios grupos políticos.
Otro religioso conservador, el hodjatoleslam Hossein Ebrahimi, advirtió de que «en caso de desunión, habrá una segunda vuelta con un resultado incierto. Por eso tienen que unirse y vencer en primera vuelta».
Hacia una segunda vuelta
Según uno de los escasos sondeos publicados, realizado en este caso por la agencia Mehr, Qalibaf, alcalde de Teherán, sería el favorito con un 17,8% de votos por delante del pragmático Rohani (14,6%), seguido de Jalili, con un 9,8%. A dos días de las elecciones había un 30% de indecisos, lo que se explica en parte por la prohibición de presentarse al candidato del actual Gobierno de Ahmedineyad.
Con todo, hay analistas que ponen en duda que el candidato pragmático de los conservadores tenga opciones reales de ganar. «La unidad (reformista) podría ser una simple fachada», señala el conservador Mehdi Fazayeli. El modo en el que Aref anunció su retirada -sin mención alguna a Rohani y sin llamamiento a votar a su favor- muestra que «existe una fosa insalvable entre Aref y una gran parte de los reformadores», insiste este experto.
El guía supremo, el ayatolah Jamenei, instó a los electores a votar. «Si insisto en la importancia del voto es porque si es masivo desanimará a los enemigos, que se verán obligados a reducir la presión (sanciones) y a optar por otra vía».
Y es que no hay duda de que la economía está en el centro de la campaña, al punto de que ha desplazado a todo el resto de cuestiones. Tampoco hay que olvidar que el presidente es la segunda figura del Estado tras el guía supremo, y este último mantiene la última palabra en cuestiones como la nuclear y los derechos humanos y sociales.
El Consejo de Guardianes de la Constitución ha desmentido las acusaciones del pragmático Akbar Hachemi Rafsandjani, quien denunció que su candidatura fue rechazada después de que «un responsable de seguridad alertara de que, si se me dejaba presentarme, vencería de forma rotunda».
El discurso de todos los candidatos ha estado marcado por la crisis económica que asola al país. Al punto de que las portavoces reformistas se conforman con pedir el voto al pragmático Rohani para que, siempre según sus expectavias, mejore la situación financiera y, de paso, la de la mujer.
Aunque la situación de la mujer iraní es envidiable si la comparamos con otros países de la región (puede ser diputada y ministra), no es menos cierto que está sometida a un estricto código islámico que se justifica por su «protección frente al estilo de vida occidental». Eso supone su subordinación al marido y la aplicación de códigos de vestimenta y de moral.
Que el eje es la economía lo muestra la denuncia desde París de un exiliado iraní y fundador de la opositora Ola Verde, quien hizo públicos documentos presuntamente oficiales que auguran que el régimen prepara medidas draconianas ya que Irán estaría a punto de la bancarrota, con un sistema bancario a punto de caer en el abismo.
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