CRíTICA: «Turistas»
El elemento asocial se vuelve agresivo e incontrolable
Mikel INSAUSTI
Si en su día Stanley Kubrick advirtió al mundo de los peligros del nihilismo violento en las nuevas generaciones con «La naranja mecánica», ahora Ben Wheatley avisa en «Sightseers», con más sarcasmo todavía, sobre la radicalización del elemento asocial, cada vez más agresivo. La gente que no se identifica con los usos y abusos de la sociedad actual se vuelve paranoica, sintiéndose constantemente agredida por los demás. Al estar a la defensiva, cualquier pequeño incidente cotidiano acaba convertido en una trifulca de consecuencias fatales. Esta situación que hace del mero acto mundano de salir a la calle en las grandes ciudades una actividad de alto riesgo, tanto o más que adentrarse sin armas en la jungla salvaje, es satirizada hasta extremos delirantes por un genial Ben Wheatley, heredero del genuino humor negro inglés.
Tal como mandan los cánones de la comedia negra inglesa, la pareja de asesinos en serie de «Sightseers» son en apariencia unas bellísimas personas, igual de inofensivos que los criminales disfrazados de profesores de música en «The Ladykillers». El detonante que los descubre a nuestros ojos como potenciales sociópatas no es nada más que el envoltorio de un helado arrojado al suelo por un incívico visitante de uno de los museos del tren que conforman la ruta turística del noroeste de Inglaterra. La consiguiente reacción, por desproporcionada, es una exagerada respuesta irracional al hartazgo que provoca la falta generalizada de respeto por el patrimonio cultural, el medio ambiente o la vía pública.
Wheatley se sirve de un estilo documental a lo Ken Loach o Michael Winterbottom para situar a sus personajes en un contexto realista, en contraste con la estética gore que introduce para reflejar la locura que envuelve a los asesinatos en serie. La última escena de la película pone el colofón a la descripción de tanto comportamiento incontrolado, en un desenlace brutal que viene a decir que hoy en día no se puede confiar en nadie, tampoco en tu pareja. Ya lo dice ella respecto a lo ecológico de la actividad criminal: «Al reducir el tiempo de vida en las persona, estás disminuyendo sus emisiones».
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