Bera Bera
Una decisión valiente... y arriesgada. Ahora queda fichar
J.C. ELORZA
Una vez más, la razón económica ante la razón deportiva, un debate que surge, un año sí y otro también, en el seno de alguna entidad de las que promociona el deporte «minoritario» en Euskal Herria. Con la excepción del fútbol, que siempre cae de pie -cierto que por su gran aceptación social, pero también muchas veces por el ventajoso tratamiento institucional-, todas las demás actividades de élite viven en una angustia sin solución, la de gestionar el éxito.
El 11 de mayo, hace escasamente un mes, Bera Bera lograba el primer título liguero de su historia, tras 23 años en la élite. El balonmano femenino, que tiene gran arraigo en Euskal Herria desde hace décadas, clasificaba de nuevo a uno de sus clubes para la mejor competición continental, en la que Itxako había brillado -hasta inmolarse- en temporadas anteriores. Pero tras la celebración llegó, enseguida, la hora de hacer números, y lo que se vivió como la gran ilusión empezó a tomar la forma de la gran decepción.
El plazo de la Federación Europea (EHF) era taxativo: quien quisiera hacer valer su derecho de jugar la Champions tendría que confirmarlo antes del 11 de junio y, como garantía, depositar 15.000 euros. La EHF no hacía más que proteger su torneo estrella -entre los femeninos-, en el que ha ido acomodando estos últimos años a los mejores clubes del continente, y en sus plantillas a las mejores jugadoras del mundo -véase por ejemplo el Hypo austriaco, la verdadera columna vertebral de la selección brasileña, que podría ser rival de Bera Bera-.
Bera Bera, que ha acusado también los efectos de la crisis en su presupuesto y en su plantilla -y más por su férrea decisión de mantener unas condiciones contractuales mínimamente dignas a sus jugadoras, el único club que lo hace en su categoría-, se enfrentaba el martes a una difícil decisión. Renunciar a la Champions -y quizá a Europa- para proteger el equilibrio económico del club, o asumir algunos riesgos que podrían condicionar su estabilidad futura, más o menos calculados, pero riesgos al fin y al cabo.
La decisión final, apremiada por el plazo de la EHF, recompensa el espíritu competitivo de un club y unas jugadoras que han desarrollado un infatigable estilo luchador, aunque producirá más de un dolor de cabeza a la gestión económica...
...Y a la deportiva. Con los apuros económicos en primer plano, lo deportivo ha pasado más desapercibido hasta ahora, pero lo que se le viene encima a la plantilla donostiarra también es de aúpa.
El equipo ha perdido piezas importantes y de gran experiencia en las dos últimas temporadas, y ahora mismo necesita cubrir dos huecos -los dejados por Rubio y Altuna-. Tati Garmendia confirmaba ayer que en el presupuesto con el que trabaja el club cuentan con dos incorporaciones más, que es lo mínimo que le haría falta para mantener unas aspiraciones como las de esta temporada (aspirar a Liga y Copa, y dar la cara en Europa, aunque esta vez ante rivales de un nivel casi estratosférico para las donostiarras). Y, con los recursos disponibles, el mercado es muy limitado. Ese es el próximo gran reto para Bera Bera.