Alvaro Reizabal Abogado
Como cerdos hozando en las basuras
Ahora que casi no hay obra pública esta enorme inversión viene como anillo al dedo a los que se forran con comisiones cuando se mueve mucho dinero público. Y por ahí va el asunto. Una imposición de los que están en contra de la imposición
No cabe duda de que la elección del modelo a aplicar en el sistema de recogida de basuras es una competencia normal de las instituciones locales y que la implantación de uno u otro debe respon- der, fundamentalmente, a criterios técnicos, debiendo optarse por aquel que solucione de forma más idónea los problemas que este asunto, como cualquier otro, plantea la sociedad de consumo a las comunidades modernas. Problemas que pasan, principalmente por la enorme gene- ración de residuos y la imposibilidad de deshacerse de ellos, lo que impone la imperiosa necesidad de reciclar. Además, constituye una obligación con arreglo a la normativa europea, que exige unas tasas porcentuales que nuestros pueblos están muy lejos de cumplir. Por ello, desde el prisma de lo idóneo, no cabe duda que el sistema a elegir es el que más recicla, que no es otro que el «Atez ate» o «Puerta a Puerta». A ello hay que añadir que la alternativa de la incineración supone un grave riesgo para la salud, por sus daños colaterales, así que desde el punto de vista de idoneidad y del buen gobierno la decisión es clara.
Quizá por todo esto quienes se posicionan en contra lo hacen con argumentos de tan poco fundamento como que la gente no sabe diferenciar unos residuos de otros, o que no lo entiende, como si el personal fuese tan imbécil como para no saber sacar la basura. O que la basura está en la calle, cuando con el sistema actual o con el quinto contenedor lo está igualmente y durante más tiempo. No debe olvidarse que hace años era el que se utilizaba. Yo recuerdo perfectamente que bajábamos el cubo a la calle y cuando pasaban los basureros lo recogíamos otra vez, sin necesidad de hacer un máster para entender el sistema. No cabe duda de que el cambio de hábitos se topa con la fuerza de la inercia, pero hay que pensar que o reciclamos o nos comerá la mierda y que en los pueblos en que ya funciona está obteniendo un gran resultado en este aspecto y que, superada esa inercia, la gente se muestra razonablemente satisfecha con el nuevo sistema.
Queda por analizar el argumento estrella de los últimos tiempos: es una imposición. Sorprende el alegato cuando vivimos en un mundo en el que todo son imposiciones, hasta los impuestos, que por eso se llaman así. Y más aun que quienes enarbolan esta razón como bandera de sus protestas sean, precisamente, los sempiternos defensores del orden establecido.
Por eso hay que pensar que este seudoargumento no es más que un placebo, un simple banderín de enganche para una operación de profundo calado que, cuando menos, tiene el doble objetivo de socavar a los gobiernos de Bildu por el mero hecho de serlo y, sobre todo, llevar a cabo la obra de la incineradora. Ahora que casi no hay obra pública esta enorme inversión viene como anillo al dedo a los que se forran con comisiones cuando se mueve mucho dinero publico. Y por ahí va el asunto. Una imposición de los que están en contra de la imposición.