CRíTICA: «Populaire»
La mecanógrafa más rápida del universo retro
Mikel INSAUSTI
La obsesión por la velocidad es algo muy de la posguerra. Se han visto cantidad de películas sobre pilotos intentando batir récords a bordo de los más extraños vehículos, tanto en tierra, como sobre la superficie marina o en el aire. Los hombres han necesitado históricamente del motor para propulsarse en su afán de cruzar la barrera del sonido, pero las mujeres han confiando en sus propias habilidades para ser más rápidas que nadie. En los años 50 proliferaron las competiciones femeninas de mecanografía, convertidas en una especie de deporte de élite para secretarias muy entrenadas en darle a la tecla. Ese ambiente nostálgico de los concursos con máquinas de escribir, que desapareció con la definitiva implantación de los modelos eléctricos y las terminales de ordenador, es recreado en esta deliciosa comedia en clave romántica.
Pero la realidad histórica es otra, ya que la mecanógrafa más rápida de todos los tiempos fue la inglesa Barbara Blackburn. Desde finales de los años 30 ostentaba el récord, definitivamente homologado en 1985 por el Libro Guinness, con una marca máxima de 212 palabras por minuto y una media de 150 por minuto. No sé cuál será la que alcanza la actriz Débora François, que se deja las uñas para interpretar a la velocísima Rose Pamphyle, una chica provinciana que conseguirá trabajo como secretaria en una agencia de seguros en Lisieaux. Su particular desembarco en Normandía le abrirá las puertas del éxito, entrenada para los campeonatos internacionales por su jefe, sin poder evitar la consiguiente relación sentimental.
El contexto social, qué duda cabe, está convenientemente idealizado. Las mujeres de la época para triunfar tenían que empezar como secretarias, pero poco podían ascender si terminaban casándose con sus jefes, y menos aún si elegían a otro como pareja. En la pantalla eso es lo de menos, puesto que el retrato femenino que interesa en «Populaire» va ligado a la estética retro saturada de elementos decorativos kitsch, indentificados actualmente con la moda vintage. Los colores pastel combinan con una banda sonora de música orquestal de estilo lounge.