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EEUU apuntala a la rebelión armada tras los éxitos militares de Damasco

La ofensiva militar de Damasco parece haber disipado la indecisión de EEUU. La Casa Blanca se escuda en un como poco inconcreto informe sobre el uso de armas químicas para retomar la tesis de las «líneas rojas» y anunciar un mayor apoyo a los rebeldes. Que podría consistir en un rearme abierto e incluso en una zona de exclusión aérea en Jordania, donde quedarán apostados misiles Patriot y cazas F-16.

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GARA | WASHINGTON

La Casa Blanca ha dado por «probado» que el Ejército sirio habría utilizado armas químicas, por lo que da por cruzada la «línea roja» y ha anunciado que proporcionará mayor apoyo militar a los rebeldes.

Ben Rhodes, consejero adjunto de Seguridad Nacional, aseguró que sus servicios de inteligencia «estiman que el régimen de Al-Assad ha utilizado armas químicas, incluido gas sarín, a pequeña escala, en el último año». Pese a utilizar adjetivos como «exámenes exhaustivos», «confianza elevada» y «fuentes de información múltiples e independientes», Rhodes no pudo concretar la cifra de víctimas mortales de estos supuestos ataques, «entre 100 y 150».

En la misma línea, zanjó la polémica cuestión sobre la autoría de esos supuestos ataques: «Nosotros pensamos que el régimen de Al-Assad controla ese armamento y no disponemos de informaciones sólidas que indiquen que la oposición en Siria lo haya adquirido o que haya utilizado armas químicas».

Rhodes se remitió a la advertencia de Obama en verano de 2012. «Advirtió de que el recurso a armas químicas cambiaría la ecuación y estamos en eso».

Patriot y F-16 en Jordania

La Casa Blanca «no ha decidido aún la imposición de una «zona de exclusión aérea» en Jordania. «Wall Street Journal» había informado de que el Pentágono ya ha presentado un plan al Gobierno. Fuentes diplomáticas occidentales confirmaron que EEUU estudia un plan «limitado en el tiempo y en el espacio», en la frontera sur con Jordania pero que se internaría 40 kilómetros por tierra siria.

El objetivo de la zona de exclusión aérea sería «vigilar el destino de las armas procedentes del extranjero e incrementar el adiestramiento de grupos rebeldes en la región».

La ciudad de Deraa, uno de los bastiones rebeldes suníes, está situada en esta zona, lo que podría suponer un contratiempo para Damasco, que ha concentrado sus esfuerzos militares en el centro (Homs) y prepara el asalto a Alepo (norte).

No es casualidad que EEUU haya anunciado que va a dejar en Jordania una flotilla de cazas F-16 y los equipos de misiles Patriot cuando acaben a finales de mes sus maniobras militares.

La Casa Blanca no ha concretado en qué consistirá su ayuda a los rebeldes armados, que sí será «diferente en cantidad y calidad que hasta ahora». Las hipótesis van desde el suministro directo de armas ligeras y municiones hasta la coordinación de la CIA con los regímenes aliados de los rebeldes.

El senador republicano John McCain saludó el giro de la Casa Blanca pero le instó a imponer la zona de exclusión aérea y a entregar armamento pesado a los rebeldes. Como si fuera uno de ellos, McCain señaló que «necesitamos armas capaces de atacar a blindados y misiles tierra-aire. Lo único que cambiará la ecuación en el campo de batalla es la destrucción de la capacidad aérea (de Damasco) y el establecimiento de una zona segura».

El ministro británico de Exteriores, William Hague, aseguró que Londres comparte el «análisis» de la Casa Blanca. Más renuente, el Gobierno francés recordó que la imposición de una zona de exclusión aérea necesita el aval del Consejo de Seguridad, en el que tanto Rusia como China tienen poder de veto.

Desde Turquía, el responsable militar de la oposición en el exilio, Sélim Idriss, saludó una decisión «que llega tarde y corrige errores» y se apresuró en anunciar una nueva fase en la lucha contra Al-Assad.

En medio de esta vorágine, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, advirtió que enviar armas a cualquiera de las dos partes «no ayuda precisamente» a poner fin a la guerra.

Rusia e Hizbullah reiteran su apoyo a Damasco ante las amenazas

El Kremlin restó toda credibilidad al informe de Estados Unidos sobre el supuesto uso de armas químicas por el régimen sirio. «Vamos a decirlo claramente, lo que ha sido presentado por los americanos no nos parece convincente», señaló el consejero diplomático del Kremlin, Iuri Uchakov, quien añadió que la decisión de Washington de incrementar su ayuda a los rebeldes «complicará» los esfuerzos de paz, en referencia al intento de Moscú, hasta ahora con el concurso de Washington, de reunir una conferencia internacional. Preguntado por si esa decisión incitará a Rusia a desbloquear el suministro de un sistema de misiles S-300 a Siria, el consejero del Kremlin respondió con un «ahora no toca (...) No estamos en competición en Siria».

Menos diplomático fue el presidente de la Comisión de Exteriores del Parlamento (Duma) ruso, Alexei Pushkov, quien tildó la acusación como «un invento para justificar una intervención militar (...) Obama está siguiendo la estela de Bush», advirtió, en referencia al falso programa de armas de destrucción masiva en Irak.

«¿Qué interés tendría Al-Assad para utilizar, en cantidades reducidas, gas sarín contra los rebeldes? ¿Para dar un pretexto a una injerencia extranjera? No tiene sentido», insistió, haciéndose eco de dudas expresadas ya por expertos en armas químicas.

Desde Líbano, el líder de Hizbullah, Hasssan Nasrallah, advirtió de que su milicia va a seguir implicándose en el conflicto. «Ni antes ni después de Qusseir, nada ha cambiado. El complot es el mismo y desde el otro lado hay una tendencia a atizar la confrontación», denunció. GARA

«Mentiras»

Un portavoz del Ministerio sirio de Exteriores calificó de «sarta de mentiras» y «basadas en informaciones fabricadas» las acusaciones de EEUU, al que acusó de «doble rasero» en cuestiones de terrorismo.

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