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Juan Kruz Aldasoro | Coordinador de Sortu en Nafarroa

Las claves del cambio: lucha y alternativa

Lo que de verdad dota de potencialidad al proceso de cambio estratégico en Navarra es que cada vez más sectores de la sociedad reclaman más soberanía y capacidad de decisión

A día de hoy, ya nadie duda de la trascendencia del momento político que vivimos en Navarra. En primer lugar, estamos padeciendo las gravísimas consecuencias de una crisis que tiene su fundamento en la propia esencia del modelo económico, político e institucional vigente durante las últimas décadas. Un modelo antidemocrático al servicio exclusivo de unas élites que encontraron en la razón de Estado de la partición de los territorios vasconavarros la coartada perfecta para construir todo un Régimen a la medida de su codicia. Ahora, cuando son los propios cimientos del Estado los que crujen en su base, es la mayoría de las capas populares de Navarra la que paga la factura de todos los dispendios cometidos por unos pocos pero muy poderosos gestores del Régimen.

A estas alturas no es necesario entrar al detalle del grado de degeneración e ineficiencia alcanzado por esta élite política, económica y mediática que sigue teniendo en sus manos todo el poder en Navarra. Creemos que es más interesante abordar en toda su dimensión el segundo elemento que a nuestro entender hace especialmente trascendente la coyuntura política. Y este elemento es ni más ni menos que Navarra ha cambiado, está cambiando día a día. Hasta el punto de que los grandes principios sobre los cuales se ha sustentado el Régimen del Amejoramiento han perdido los re- lativos niveles de adhesión social que mantuvieron en tiempos de bonanza. Lo importante de la transformación operada en el seno de la sociedad navarra no viene solamente del rechazo que suscita una élite política lastrada por la corrupción. Lo que de verdad dota de potencialidad al proceso de cambio estratégico en Navarra es que cada vez son más los sectores de la sociedad los que reclaman más soberanía y capacidad de decisión para Navarra; los que quieren impulsar una dinámica que favorezca las relaciones de todo tipo con el resto de territorios vascos, los que quieren una solución dialogada y democrática al conflicto político, y los que, sin duda, entienden que para salir de la crisis es imprescindible dar un viraje en la política social y económica para poner el empleo y los derechos sociales de la mayoría en el centro de todas las prioridades.

No es baladí en estos momentos el subrayar que este proceso operado en la sociedad navarra se ha producido justo en la dirección contraria de las políticas impulsadas desde las instituciones copadas por la élite del Régimen. Esto quiere decir que las instituciones en política no lo son todo. El trabajo constante, silencioso y muchas veces desagradecido de miles y miles de personas comprometidas en todo tipo de movimientos populares, sindicales y políticos de base ha sido capaz de generar una corriente de profundidad en favor del cambio que está en condiciones de disputar la hegemonía al modelo de la derecha españolista. Por tanto, todas aquellas fuerzas que impulsamos ese proceso debemos tener muy claro que la fuerza motriz del cambio está en la calle, en los movimientos populares, en la auto-organización de la sociedad. De la calle deben salir no solamente la demanda social de cambio, sino también las ideas y la energía para avanzar hacia un nuevo modelo.

Con la misma claridad que decimos que la fuerza de transformación está en la calle, queremos resaltar que el éxito de esa estrategia pasa por acertar en la combinación de la lucha popular con el trabajo institucional. Si conseguimos que las herramientas de las que disponen las instituciones trabajen en la dirección del cambio su efecto en la aceleración del proceso será un activo importante. Para ello son necesarias dos premisas: que las instituciones se vayan transformando en verdaderos marcos de participación democrática y decisión popular (no como sustitutivos sino como complemento del movimiento social auto-organizado); y que sepamos utilizar la política institucional de forma creativa para la generación de nuevas alternativas de solución a los pro- blemas que acechan a nuestra sociedad.

En Navarra estamos ya en el punto en que tenemos que dotar de forma y contenido al proceso de cambio. Todas y todos sabemos que ese proceso necesitará de nuevas mayorías cimentadas en acuerdos plurales. En las instituciones pero también en la calle, sobre todo en la calle. Teniendo claro que caminamos hacia un horizonte de democracia plena, articulación del derecho a decidir y un nuevo modelo de justicia social para Navarra. Es fun- damental que todas y todos nos pongamos manos a la obra, cada uno desde su espacio, pero abriendo vías de comunicación y trabajo en común entre todos los espacios que están trabajando por el cambio en Navarra.

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