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IBILIZ IBILI | ANTXON ITURRIZA "AIZPEL"

Vuelta a Onddi Txirrita y el enigma de las cruces de Argurutz

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Nuestras viejas montañas guardan muchos misterios. De algunos de ellos se ha conservado memoria; otros, en cambio, se han sumido en el pozo oscuro del olvido.

En la excursión de hoy por las laderas de la modesta cumbre de Onddi (545 m) vamos a encontrar testimonios de ambos extremos de nuestro pasado.

Para ir al encuentro de estos mensajes escondidos por la historia entre bosques y praderas, dejamos atrás el barrio de Portu de la localidad guipuzcoana de Hernani y, siguiendo la margen izquierda del Urumea, nos adentramos por el vallecito de Osinaga, festoneado de sidrerías. Proseguiremos en coche hasta los caseríos de Pardiola (160 m) donde unos paneles nos ofrecerán una primera información sobre nuestra situación en el terreno.

Arrancamos a pie por una pista ascendente hasta cruzar bajo una línea de alta tensión. Llegamos pronto hasta un collado bien definido en el que se anudan los caminos que desde Hernani y Urnieta buscaban el valle del Urumea.

El padre Zavala, gran recopilador de la obra de nuestros bertsolaris, recogió una vieja historia que tuvo por escenario un paraje bien cercano al que nos encontramos.

Corría el año 1839 y las partidas carlistas diseminadas por las montañas se planteaban la entrega de sus armas tras el Abrazo de Bergara. Uno de estos guerrilleros, Antonio Diostegi, de regreso a su casa en Fagollaga, mató de un tiro de fusil al pastor al que había obligado a guiarle hasta allí desde el lejano paraje de Leizalarrea. El hecho tuvo lugar en el inmediato collado de Lepatxiki, por el que pasaremos al regreso para conocer el final de la historia.

Reanudamos la marcha y pocos metros más adelante encontramos una señalización que nos invita a tomar a la derecha una pista ascendente hacia la cumbre de Onddi. La ruta contornea la ladera hasta cruzarse con una alambrada. Siguiendo la indicación de unas flechas pintadas sobre la roca, tomamos directamente hacia lo alto siguiendo el hilo de la cerca, que deberemos cruzar ya bajo los roquedos de la cima.

Cima de Onddi (545 m). Con la vista podemos recorrer el camino que, salvando los collados, llevó a Diostegi y al desafortunado pastor hacia su destino en Lepatxiki.

La necrópolis de Muniskue

Descendemos de la cumbre hacia un paso en la alambrada que podemos observar en el rellano de la cumbre. Al otro lado surge un sendero que en un rápido descenso nos lleva entre brezales hasta la necrópolis de Muniskue, uno de los conjuntos megalíticos más impresionantes de nuestro país.

Por un paso en la cerca que marca el límite del bosque descendemos hasta un collado cercano (377 m), en el que un indicador nos apunta en la dirección de Hernani. Seguimos por la pista descendente, que nos va abriendo vistas hacia las vegas del Urumea. Llegamos así hasta el lugar de Argurutz, señalizado con un indicador. El topónimo nos pone sobre la pista de las misteriosas cruces existentes en este lugar.

Salvamos una langa inmediata en el límite del bosque y, a pocos metros a la derecha, incisa sobre un gran bloque, encontramos la primera de ellas. Un poco más arriba, sobre una roca plana, damos con la segunda cruz, tallada también sobre la piedra.

Regresamos a la pista. No tenemos que descender más de quince metros para observar a la izquierda la entrada de un antiguo camino. Subimos por él y a los pocos pasos daremos con la tercera cruz, trazada sobre una piedra clavada en la tierra a modo de antiguo mugarri. Todavía podríamos localizar en un manzanal inmediato una cuarta cruz, pero la encontraremos inaccesible a causa de los zarzales que la cubren.

La pregunta resulta evidente: ¿de qué tragedia guardan memoria muda estas cuatro cruces tan próximas entre sí? No lo sabemos.

Sí conocemos, en cambio, el lugar en el que se produjo la muerte del pastor a manos de Diostegi. Para situarnos en él, llegamos a la encrucijada inmediata al indicador de Onddi. Allí tomamos por el ramal de la derecha, por el que en pocos minutos nos situamos en el pequeño collado de Lepatxiki. Aquí se escenificó el drama, que trascendió gracias a los bertsos de Txirrita con los que, años más tarde de los hechos, denunció públicamente a Diostegi en la taberna de Fagollaga:

Kulparik gabe bota senion

fusilayo kargazoia,

gizon gaxuak asarretzia

ez al zuen arrazoia?

diabru zarrak aditzen dute

zure animan usaya,

eriotzaren etor-bildurrak

estututzen du lasaya,

zu baño gizon formalago zen

zuk il zenduen artzaya.

Marchamos de Lepatxiki con nuestra carga de historias y misterios. Los caseríos de Pardiola están ya al alcance de la mano.

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