Raimundo Fitero
Sal
Lo dice el filósofo cómico con cartera ministerial, Montoro: «la vida es así». De la misma profundidad de «fútbol es fútbol». La vida política se orilla para que todo sea un parte de incidencias. En los programas de fútbol, hablan de prostitución, samba y caipirinhas. Entremeses antes o después de los fichajes, que son el auténtico escándalo. Hablan de decenas y cientos de millones de euros en los traspasos de unos mozalbetes cargados de músculos e ignorancia. Pero cada vez que aparece un nuevo papel sobre Luis Bárcenas aumentan los millones que tiene en cuentas suizas, o en otros paraísos fiscales.
La vida es así y por eso una de las concursantes de «Masterchef» en una de sus peores actuaciones intentó caramelizar una tarta de manzana con sal. Eran las semifinales y solamente queda una sesión para saber el ganador o ganadora, porque debido a una decisión del jurado cuestionable, ella forma parte de la terna final. Y con muchas probabilidades de ganar, porque es la más imaginativa. Pero tuvo un día pésimo. Y el concurso medio reality obtuvo el récord de audiencia. Gusta. Se aprende. No hay mucho truco ni cartón. Ni un reparto de roles excesivamente obvio. Del jurado hay una Vallejo-Nájera que se espera no siga. Los otros dos, chefs, cocineros de verdad con estrellas, han aprendido bastante en el discurrir del programa. Lo han hecho muy bien, sabiendo conjugar la cercanía con el rigor. Un descubrimiento.
La competencia está preparando programas similares. La vida es así, al menos en la televisión, cuando algo funciona, se copia. En política también. Ahí está Berlusconi con sus condenas e inhabilitaciones en primera línea informativa. Un ejemplo con muchos seguidores: imputados y desimputados. Y la Agencia Tributaria como una brigada de zapadores. Igual cierra a lo bestia un restaurante de una estrella del fogón que cometen errores con un DNI con pedigrí y le echan la culpa a los notarios. La vida es así, repite Wert, el repudiado, con su intento de convertir las becas en un arma insolidaria y discriminatoria. Su inmolación voluntaria, es un caso curioso de desajuste político. Yo diría que es sospechosamente pertinaz. Se carameliza con sal gruesa.