Al menos 27 personas perdieron ayer la vida en un nuevo brote de violencia en la ciudad de Lukqun, en Xinjiang, nombre con el Pekín designa a Turquestán Oriental, la patria del pueblo uigur, musulmán de origen turcomano, que es escenario de una colonización masiva por parte de la etnia han para su total asimilación. Aunque se desconoce la etnia de los fallecidos, los enfrentamientos entre la Policía y población autóctona han vuelto a sacar a la luz la cuestión uigur, uno de los dos grandes conflictos étnicos -junto l de Tíbet- a los que se enfrenta el Gobierno chino.

Según la versión oficial difundida por la agencia oficial Xinhua, alrededor de las 6:00 hora local (22.00 GMT del martes) «turbas armadas con cuchillos» atacaron las principales comisarías y edificios gubernamentales de Lukqun. Tras una reyerta entre los supuestos asaltantes y los policías, en la que murieron 17 personas -nueve miembros de las fuerzas de seguridad y ocho civiles-, la Policía abrió fuego y mató a diez de los presuntos atacantes, según Xinhua.

Este nuevo brote de violencia se produce apenas dos meses después de que una intervención policial en una vivienda de Banchu (Marabexi para los uigures), cerca de la ciudad de Kashgar, provocara 21 muertos.