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UDATE | Iruñeko Sanferminak. Chandríos sanfermineros 1982

Todas las peñas, a chiqueros el día 15

Ramón Sola

En Iruñea durante años hubo dos clásicos el día 15. Tras el Pobre de Mí llegaban El Bombero Torero... y las detenciones. Lo de los enanitos tenía su lógica comercial: era la manera de satisfacer a los nostálgicos que no se resignaban al fin de las fiestas y de sacar unas perras a los turistas que se habían quedado sin entrada para las corridas de toros de verdad. En cuanto a los arrestos, simplemente eran el modo en que las autoridades se tomaban venganza por todo lo ocurrido en los nueve días anteriores.

El clásico entre los clásicos era detener a los responsables del Tiro al Facha, una barraca en la que, por una cantidad módica, cualquiera le podía estampar un buen pelotazo a Fraga, Reagan, los tiranos locales varios... Aquel 1982 se llevaron a otros dos militantes del PCE-ml por ello nada vez acabar las fiestas. Pero esta vez en comisaría se encontraron con un llenazo en toda regla: allí había también dos miembros de LKI, la organización de Germán Rodríguez, llevados a chiqueros por el homenaje del día 8, y poco a poco irían apareciendo representantes de las peñas, de todas, una a una. Los primeros fueron el delegado de La Única y el presidente de El Charco. Unos acudieron detenidos y otros por su propio pie. El estupor creció al saber que se les imputaba por un comunicado emitido el 24 de junio, veinte días antes, en el que se limitaban a denunciar el archivo en falso del sumario por los sanfermines de 1978.

El texto de las peñas no era nada del otro mundo, pero al ínclito delegado de la época, Francisco Javier Ansuátegui -al que luego repescaría Aznar por su extraordinario facherío- le pareció la bomba. No se atrevió a detener a los presidentes antes de las fiestas, pero mandó un montón de policías a incordiar al Día de las Peñas -3 de julio- y luego también diez furgonetas a Jarauta en plenas fiestas, con la excusa de quitar un par de pancartas. Las detenciones llegaron ya al final de las fiestas, en pleno resacón.

Las cuadrillas no se quedaron atrás. Emitieron una nota en la que le preguntaban: «Señor gobernador, si tanto le molestan las peñas, ¿por qué no nos detiene a todos?»

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