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crónica | el souvenir sanferminero

Del imán barato al que busca un tótem de la tierra de sus ancestros

Los sanfermines resultan difíciles de olvidar, pero entre los turistas no suele faltar la compra de un souvenir que apuntale esos recuerdos. Algo barato y fácil de llevar, como imanes y dedales, es lo que triunfa, aunque los descendientes de gente de aquí no tienen problemas en dejarse una pasta para llevarse a casa un tótem que encarne la tierra de sus raíces.

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Pello GUERRA

Rafa envuelve con mimo un soporte de plástico con una imagen de San Fermín, mientras la gente pulula por la librería Abarzuza. Gigantes, el santo, el encierro e infinidad de objetos relacionados con las fiestas ocupan estantes y paredes de un establecimiento situado en la cuesta de Santo Domingo, a pocos metros de la hornacina donde los corredores del encierro cantan al morenico.

Por su tienda pasan infinidad de turistas en busca de souvenirs de las fiestas y que principalmente quieren algo económico, ya que «tiene tirón todo lo barato, como los dedales y los imanes con la imagen del cartel y elementos festivos, que son los productos estrella». Bajo esa premisa, el gasto de media suele situarse en los ocho o diez euros.

Atrás han quedado los tiempos en los que «el extranjero compraba piezas grandes. Los que todavía las adquieren son los mexicanos, pero porque, por lo general, son descendientes de gente de aquí». En este terreno también se nota la crisis, ya que «cuando empezamos hace veinte años, la gente se llevaba monumentos del encierro, pero ahora se buscan cosas de menos precio», añade Marcela, también dependienta de la tienda. Aunque no todo son piezas, ya que «tenemos clientes americanos, gente ya algo mayor, que le gusta llevarse libros con muchas fotos sobre la fiesta, como el de Schommer o Ramón Masats».

Siguiendo el recorrido del encierro, aparece la Estafeta, en cuyo centro se encuentra la tienda Olentzero, donde Maider López también señala al imán de tres euros como el objeto preferido por el turista, «además del llavero, el pañuelo, la txapela o la camiseta». La bota también cuenta con sus incondicionales, aunque muchos no saben que algunas no son más que un simple adorno. En este terreno, los argentinos son los que controlan, ya que suelen buscar «la buena, la que puede contener líquido, pero porque conocen su función ya que tienen antepasados vascos».

Por todos estos objetos menos costosos se decanta especialmente el visitante australiano, inglés y americano, aunque no faltan «descendientes de vascos que se pueden llegar a gastar 200 o 300 euros, e incluso más». A este grupo con la cartera más abierta se han sumado los rusos con dinero fresco, mientras que los americanos han perdido gas y han bajado puestos en el top ten de los compradores de souvernis, ya que «ahora miran más lo que gastan».

Unos metros más cerca de la plaza, el guiri se encuentra con Eh! Toro, donde los astados son los reyes en sus diferentes versiones, sea en peluche, en el muñeco de burel más tradicional o en el toro Osborne, cuya mítica silueta aparece en diferentes objetos.

En este lugar tienen claro lo que quieren los turistas que, tras el encierro, se agolpan en el mostrador como si fuera el vallado. Tal y como comenta Ana, una de las dependientas, «la bota se vende mucho para usarla en las fiestas, al igual que las fajas y las camisetas, siempre y cuando aparezca un toro». De hecho, entre la abundante iconografía de los pañuelos, «el que tiene la caricatura de un toro es lo que más piden, porque a ellos San Fermín no les dice nada». Y eso que es el origen de todo este jaleo.

El imán, de nuevo lo que más se demanda, también tiene que contar con la silueta del morlaco para llamar la atención del visitante, que compra «algo cómodo de llevar y ese objeto o el dedal no pesan nada y no abultan».

En su caso, los siete euros de gasto suelen ser lo más habitual, ya que es el precio que tiene «la camiseta o la bota, que se vendieron especialmente en los primeros días de las fiestas, durante el fin de semana».

Cualquier cosa vale con tal de poder demostrar fehacientemente ante los colegas que se ha disfrutado de los sanfermines y que se ha conocido en vivo y en directo el olor a toro.

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