El nuevo ministro de Asuntos Exteriores egipcio, Nabil Fahmi, afirmó ayer que su país intentará recuperar el liderazgo en el mundo árabe al presentar las bases de la política exterior de las autoridades impuestas por el golpe de Estado del 3 de julio. Entre sus prioridades se encuentra dejar claro que «ningún país puede tratar con Oriente Medio sin Egipto», y aseguró que reforzará el papel medidor en el proceso de paz en Palestina.

En la relación con Siria, Fahmi anunció que revisará la decisión de Morsi de romper relaciones con Damasco, pero añadió que eso no significa que vayan a recuperar los lazos bilaterales con el Gobierno de Bashar al Assad. Confirmó que respaldará a la oposición pero «no tenemos intención de librar una guerra santa». Además, anunció que creará una unidad especial para explicar al resto de países las razones del golpe y vencer los recelos de Qatar o Turquía

En este intento de buscar rápidamente el reconocimiento exterior, ayer le llegó el apoyo en forma de visita del rey de Jordania, Abdala II, el primer jefe de Estado que visita Egipto tras el golpe. Anteriormente, han visitado Egipto la jefe de la diplomacia de la UE, Cahterine Ashton y el subsecretario de Estado de EEUU, William Burns.

Cuatro mujeres muertas

Mientras, el presidente egipcio impuesto por los militares, Adly Mansur, también avanza en su intento de legitimación interior y ayer dio comienzo a los trabajos de revisión de la Constitución, -derogada por el Ejército- como estaba previsto en la «hoja de ruta» que presentó tras el levantamiento.

Este paso de las nuevas autoridades muestra su voluntad de avanzar a pesar de la fuerte oposición de los Hermanos Musulmanes, que les niegan toda legitimidad.

Las movilizaciones continuaban ayer en El Cairo después de las masivas protestas del viernes, en las que decenas de miles de personas reclamaron la vuelta de Morsi.

Los Hermanos Musulmanes calificaron de «masacre vergonzosa» la muerte de cuatro mujeres durante las movilizaciones en la ciudad de Mansura, en el delta del Nilo, y señalaron que este suceso denota «la naturaleza criminal y el Estado policiaco instaurados por el golpe militar». El grupo islamista manifestó, que las mujeres «fueron asesinadas en una manifestación que pedía la recuperación de la legitimidad» y que desde el golpe «se practica un terrorismo sangriento para atemorizar a la gente e imponer un hecho consumado que el pueblo rechaza».