Antes de actuar en Donostia ayer, Jorge Pardo (llamativos anillos y pelo largo), confesó que para él la Plaza de la Trinidad, «tiene un alto nivel simbólico», pues se presentó allí en el concurso de aficionados; «tenía 14 años y ha llovido desde entonces, sobre todo aquí». En su regreso a la plaza, se acompañaba de «un buen puñado de músicos, amigos que me aprecian en lo personal y lo musical y que han contribuido a que mi música crezca incluso físicamente». En directo, además de su banda habitual (Carmona a la guitarra, Caminero al bajo, Ruíz Motos a la percusión y Miralta a la marimba) contaba con la Original Jazz Orquesta dirigida por David Pastor. «Me considero un improvisador (también en la vida) y actuamos juntos por primera vez. Nos estábamos esperando unos a otros». Pardo cree además que la orquesta se ha volcado para obrar «una labor fantástica, pues en mi propuesta el fraseo y la rima son flamencas y así las acentúan». Los 20 artistas sobre las tablas presentaban temas de «Huellas» -con arreglos para Big Band de Guerrero, Mendoza, Goldstein y Martín-, doble trabajo que guarda 18 piezas de Pardo, grabadas con un sinfín de músicos. En la Trini, «con sonoridad jazz y espíritu universal, tocaremos flamenco abriendo con un fandango en homenaje a Morente». ¿Y Camarón? «Lo conocí de joven y estoy marcado por su cante, es una constante en mí. Tocaremos una tarantá que él me enseñó». Artesano Amante del surrealismo y de la ciencia -disertó sobre el sentido del tiempo-, el músico español, recientemente galardonado con el Premio al Mejor Músico de Jazz Europeo por la Academia Francesa, dijo tener «una sensación de agradecimiento, pues no tengo un exceso de presencia allí, y de sorpresa, al no ser un músico de jazz al uso». Además, «noto cierta curiosidad hacia mi obra en la periferia musical, pero trabajo ni me da ni me quita -confesó-. Duermo igual y debo lo mismo al banco». Caronte publicó el mes pasado el último lanzamiento de Pardo, quien confesó estar grabando siempre, «no paro». El disco se llama «Puerta de Sol» y se grabó en su última gira americana en Lima (Perú); de parranda en el barrio de Barranco. Sobre su relación con la industria discográfica -autoeditó «Huellas» antes de que fuera publicada por una discográfica-, Pardo se confesó «poco amante de lo industrial, prefiero lo artesanal. Cuido de mis cosas y no me gusta la intromisión; intento ser lo más distante posible con la industria, aunque a veces sea necesaria para llegar más lejos. Mi profesión me permite, con esfuerzo, prescindir de ellos. Llevo toda la vida intentándolo y cada vez lo puedo hacer mejor. Me gusta así». El madrileño fue preguntado también sobre los líos de la SGAE, asunto que no esquivó. «Son difíciles las cuestiones entre músicos, un colectivo poliédrico de naturaleza anárquica -reconoció-. En la SGAE hay además un conglomerado de editores... a menudo con intereses opuestos; y siempre se intenta ahogar a los más débiles. La industria, como la derecha, se asocia más fácilmente; lo dejo ahí».