Jordania se apresta a aumentar el precio de la energía después de haber doblado las tasas a los teléfonos móviles, lo que puede amentar las protestas sociales.

Con pocos recursos naturales y una deuda exterior de más de 23.000 millones de dólares, Amman quiere reducir 2.000 millones de dólares del presupuesto (10.500 millones) y atenuar los efectos de la reducción de suministro de gas egipcio.

Los sabotajes en el gasoducto en Egipto cuestan 1 millón de dólares al reino hachemí, ya que el 80% de su producción de electricidad depende de ese suministro constante.

Yussef Mansur, del Envision Consulting Group, se muestra muy crítico con los anunciados recortes y augura huelgas y protestas que obligarán al régimen a endeudarse más o a aumentar los impuestos, «lo que nos instala en un círculo vicioso».

El aumento en noviembre del precio del fuel y del gas doméstico hasta en un 53% provocó graves protestas y llamamientos al derrocamiento del rey Abdallah II, apelaciones que están castigadas con cárcel.

El paro ronda el 30% de la población activa en un país en el que el 70% de sus 6,8 millones de habitantes tienen menos de 30 años y donde el salario medio es de 211 dólares.

A esta situación se suma que Jordania afronta el drama, y el coste, de albergar 500.000 refugiados huidos de la guerra siria.

Aliado estratégico de EEUU, el reino hachemí es un puntal de la política israelí en la zona.

La oposición está liderada por la sección jordana de los Hermanos Musulmanes, cada vez más activos y que en los últimos tiempos amagan con cruzar el Rubicón y dejar de considerar legítima a la dinastía hachemí en el poder.

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