«Han pasado los años, pero ésta sigue siendo una revolución de jóvenes como lo éramos el 26 de julio de 1953», aseguró el presidente cubano, Raúl Castro, en Santiago de Cuba, donde se celebró el acto central para conmemorar el 60 aniversario del fallido asalto al cuartel de Moncada.

Entre las 10.000 personas que acudieron a esta ceremonia estaban los presidentes de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, así como el mandatario de Uruguay, José Mujica, y los líderes de cuatro estados del Caribe.

Al igual que hicieron esos mandatarios en sus respectivos discursos, Raúl Castro aprovechó esta celebración, conocida como «El 26 de julio» o «Día de la Rebeldía Nacional», para rendir homenaje a su hermano y líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, que pese a su ausencia en Santiago se convirtió en uno de los protagonistas centrales de la celebración.

«El inconmovible optimismo de Fidel y del pueblo cubano, capaz de resistir tanto sacrificio y verdadero protagonista de esta epopeya, nos dio la victoria y situó en el mapamundi a nuestra pequeña isla como un baluarte de la justicia social y el respeto a la dignidad humana», recalcó.

Afirmó también que la generación histórica que lideró ese proceso «va cediendo lugar a los pinos nuevos con tranquilidad y serena confianza», tras recordar que actualmente más del 70% de los cubanos nació tras el triunfo de la revolución en 1959.

El presidente cubano recordó que está en marcha «el proceso de transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones de las principales responsabilidades de dirección en la nación». En los últimos años, Castro no ha ocultado que una de sus preocupaciones es asegurar el relevo generacional que garantice el futuro de la revolución cubana y durante su mandato se ha «rejuvenecido» la media de edad de instituciones como el Gobierno o la Asamblea con la entrada de dirigentes nacidos después de 1959.

Uno de los nombramientos más importantes fue el del primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, de 52 años, en febrero pasado, decisión que el mismo Castro definió como «un paso definitorio en la configuración de la dirección futura del país».

Raúl Castro también resaltó los cambios habidos en América Latina en estos 60 años, citando expresamente la Revolución Sandinista en Nicaragua y el legado de Hugo Chávez.