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vilaweb | Editorial. Vicent Partal 2013/7/23

Protestar siempre merece la pena

Elie Wiesel, el conocido premio Nobel de la paz, lo explicó una vez con una contundencia que yo no podría superar nunca: «Hay protestar: porque la neutralidad solo ayuda a los opresores y no las víctimas.» Efectivamente. Hay que protestar. Cabe protestar siempre, por dignidad. Pero dicho esto, hay que ser consciente de que la protesta sirve y da frutos. Especialmente la persistencia en la protesta.

Ayer vimos como los tribunales decidían volver a abrir el caso del metro de Valencia, después de larguísimos años. Años en los que las víctimas han sido maltratadas por el Gobierno y se han sentido demasiado solas. Años en los que con una paciencia infinita ha sido necesario reconstruir los detalles de uno de los desastres más graves de la historia valenciana reciente. Años en que no dejar morir la movilización y protestar, siempre y cíclicamente, era una manera de mantener abierto un conflicto que el Gobierno valenciano quería sencillamente cerrar. No sabemos qué pasará ahora en el nuevo juicio, pero por lo menos que se vuelva a abrir y que quienes todos consideramos culpables no puedan evitarlo ya es una victoria sensacional.

Como ha sido una victoria la dimisión del responsable de la Marca España, después del tweet desafortunado contra los catalanes, contra todos los catalanes. Como lo ha sido incluso la pitada contra el himno español, los sucesivos y permanentes gritos, que son una herramienta de protesta tan clara y rotunda que incluso al Estado asusta y renuncia a enviar sus representantes .

Protestar no es tan solo una forma de defenderse sino también de construir. De construir un consenso, de marcar unas líneas rojas, que ayudan a cohesionar un país. Como hemos podido constatar claramente, al sur y al norte, estos días pasados.

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