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página 12 | Frei Betto 2013/7/23

Bienvenido al Brasil, Papa Chico

(...) Usted inyectó en todos nosotros renovadas esperanzas en la Iglesia Católica al adoptar actitudes más próximas al Evangelio de Jesús que las rúbricas monárquicas predominantes en el Vaticano: al ser elegido regresó personalmente al hotel de tres estrellas donde se había hospedado en Roma, para pagar la cuenta; en el Vaticano ha decidido vivir en la Casa Santa Marta, alojamiento para huéspedes, y no en la residencia pontificia, que es casi un palacio de príncipes; almuerza en el comedor de los funcionarios y no quiere un lugar determinado, variando cada día de mesa y de compañía; mandó a detener al sacerdote director del Banco del Vaticano, envuelto en una operación dudosa de 20 millones de euros.

En Lampedusa, a donde llegan los emigrantes africanos que sobreviven a la travesía marítima (en la que ya han muerto más de veinte mil personas) y buscan mejores condiciones de vida en Europa, usted criticó la «globalización de la indiferencia» y a quienes, en el anonimato, mueven los índices económicos y financieros, conde- nando a multitudes al desempleo y a la miseria.

(...) Qué bueno sería que su pontificado representara también el inicio de un nuevo tiempo para la Iglesia católica, libre del moralismo, del clericalismo, de la desconfianza ante la posmodernidad. Una Iglesia que ponga fin al celibato obligatorio, a la prohibición del uso de preservativos, a la exclusión de la mujer del acceso al sacerdocio.

Una Iglesia que reincorpore a los sacerdotes casados al ministerio sacerdotal, que dialogue sin arrogancia con las diferentes tradiciones religiosas, que se abra a los avances de la ciencia, que asuma el papel profético de, en nombre de Jesús, denunciar las causas de la miseria, de las desigualdades sociales, de los flujos migratorios, de la devastación de la naturaleza.

(...) Bienvenido al Brasil, Papa Chico. Si los argentinos se enorgullecen merecidamente de tener un paisano como sucesor de Pedro, sepa que aquí todos nos contentamos sabiendo que ¡Dios es brasileño!

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