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análisis | políticas anticrisis

Empresarios y reforma laboral

Los autores centran las críticas en torno a la aplicación de la reforma laboral en las instituciones vascas. En su opinión, son éstas las que debían haber evitado la entrada de la nueva legislación en la CAV y creen «inevitable» que las patronales hayan optado por usar la reforma. La economía vasca no está sobrediomensionada y sus costes laborales no resultan ni mucho menos excesivos si tenemos en cuenta nuestra capacidad productiva

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Ekai Center

Comencemos indicando que disponer de información precisa sobre lo que está ocurriendo en la aplicación en las empresas de la reforma laboral no es fácil. Organizaciones empresariales y sindicales tendrán, por supuesto, información detallada por empresas y sectores, pero fuera de estas organizaciones debemos, al menos por el momento, basarnos en informaciones de carácter general.

Es imprescindible comenzar recordando que -como Ekai Center venía advirtiendo desde el principio- la situación creada por la reforma laboral en Euskal Herria está siendo un verdadero desastre social y económico.

Recordemos que la reforma laboral no tiene más objetivo que dar un paso más en la estrategia de «devaluación interna» aplicada en el Estado español como eje esencial de las políticas anticrisis. Se trata de reactivar una economía sobreendeudada mediante la reducción masiva de costes sociales y laborales con el fin de recuperar la competitividad empresarial.

Se esté o no de acuerdo con la estrategia de austeridad y devaluación interna para el Estado español, es innegable que tiene un objetivo macroeconómico claro.

No ocurre lo mismo en Euskal Herria, cuya economía no está significativamente sobreendeudada y cuyos costes laborales -comparados a nivel europeo- no resultan ni mucho menos excesivos si tenemos en cuenta nuestra capacidad productiva.

En síntesis: Esta reforma laboral nunca debía haberse puesto marcha en Euskal Herria. No hay razones macroeconómicas que la justifiquen y, al contrario, como era previsible, está rompiendo el clima social y el consenso socioeconómico en Euskal Herria, justo en el momento central de la crisis. Las consecuencias son, por lo tanto, desastrosas para nuestra sociedad y para nuestra economía.

Ante esta realidad, la clase política vasca debiera haber cerrado filas no ahora, sino en el mismo momento en que la reforma laboral empezó a tramitarse y haber planteado y exigido en Madrid, con la seriedad y con la firmeza necesarias, que estos cambios normativos previeran cauces que hicieran posible que la economía vasca quedara al margen de la reforma. Y esto, como es sabido, no se hizo.

En este contexto, era casi inevitable que el empresariado vasco reaccionara como ha reaccionado. En particular, las organizaciones patronales, cuya finalidad esencial radica precisamente en la contención de los costes laborales a través de la pugna dialéctica con los sindicatos. Ekai Center ya advirtió de que, en estas circunstancias, pretender que el empresariado vasco renunciara a la oportunidad de reducción de costes a corto plazo que le ofrecía la reforma laboral era ilusorio. Esto es mucho más evidente en un contexto de grave crisis económica como el actual, en el que muchas de nuestras empresas atraviesan situaciones de gravísima caída de la demanda y de la financiación.

Los empresarios -y las patronales- tienen perspectivas de largo plazo, pero sus esfuerzos tienden a concentrarse en el corto y medio plazo. Es casi siempre responsabilidad de la clase política asegurar que la actividad empresarial enfoca su actividad a largo plazo de acuerdo con los intereses generales.

A estas alturas, intentar demonizar al empresariado por actuar como -muy probablemente- es casi inevitable que actúe en un contexto de crisis como el actual no es ni justo ni realista. Como tampoco lo han sido esas desmedidas críticas a los sindicatos vascos, por su supuesto excesivo radicalismo.

Era responsabilidad de nuestros políticos, en primer lugar, dejar claro desde el primer momento que esta reforma laboral no debía aplicarse y explicar muy claramente ante nuestros ciudadanos las razones.

En segundo lugar, nuestra clase política debía haber evitado -de forma directa o indirecta- que esta reforma se aplicara en la CAV, a través de la actividad parlamentaria, de negociaciones o presión política, etc.

En último lugar, debía haberse clarificado desde el principio la responsabilidad de gobiernos o legisladores que impusieran a nuestro territorio un desastre socioeconómico como el que supone esta reforma. Apenas nada de todo esto se ha hecho y, en lugar de ello, se ha recurrido a una fácil crítica a empresarios -y, en ocasiones, a sindicatos- que están actuando como probablemente era inevitable que actuaran.

La clase política vasca ha reaccionado tarde y mal ante esta reforma laboral. Como consecuencia, hemos dejado sin amparo a empresarios y sindicatos -y al conjunto de la sociedad vasca- y hemos aceptado que se les lance a un conflicto permanente en el peor momento para nuestra sociedad y nuestra economía. Que quede claro que las responsabilidades fundamentales están donde están.

Llevamos ya seis años de crisis y los líderes políticos vascos no han sido aún capaces ni de articular políticas anticrisis propias ni de liderar a nuestra sociedad y a nuestra economía en una estrategia alternativa que, desde la perspectiva de Ekai Center, debería haberse basado en el desarrollo tecnológico y la formación. Como consecuencia, estamos dejando a la deriva a nuestro tejido productivo. Sin liderazgo y sin horizonte. Si finalmente salimos adelante, ello será gracias al esfuerzo de nuestros empresarios, nuestros trabajadores y nuestros ciudadanos en general, y a pesar del vacío y la indefensión institucional en que les estamos dejando.

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