liga euskotren | IV Bandera El Diario Vasco
Zumaia deja bien claro que es quien manda en féminas
La «Telmo Deun» no dio ninguna opción a la trainera de San Juan, que acabó a diez segundos. Orio confirmó su mejoría batiendo a una decepcionante Hibaika.
Arnaitz GORRITI
«No vamos a decir que perder ante San Juan nos viniera bien, pero sí nos ha servido para reconocer que, si te duermes, te pasan por encima». Tanto la patrona Nagore Osoro como los rectores del equipo femenino de Zumaia lo tenían claro. Caer frente a Pasai Donibane en el Abra había sido un toque de atención que las debía hacer espabilar. Y ayer, en su campo de regateo, a fe que espabilaron.
No hubo emoción ni épica en la IV Bandera El Diario Vasco, ya que la «Telmo Deun» dejó bien claro que en féminas no hay quien le tosa. Al menos ayer la «Batelerak» de San Juan apenas pudo ver la estela de espuma de mar de su principal adversario, porque hasta su popa quedó lejos, a una distancia superior a la de tres botes.
Desde el primer momento Zumaia salió a romper la regata, y la quebró en mil pedazos. Poca novedad, en realidad, ya que esa suele ser su estrategia. Pero ayer frenaron un poco sus ímpetus de inicio de regata para tratar de alargar un ritmo machacón que acabara por desfondar a sus rivales. San Juan no podía mantener el ritmo de Zumaia, mientras que Orio e Hibaika se enzarzaban por el tercer lugar.
Cada uno en su sitio
Ya que las regatas femeninas tienen aún una existencia muy corta, la ciaboga adquiere una importancia capital, más aún cuando solo se hace una. Algunas veces se ven grandes largos truncados por una mala maniobra, o «resurrecciones» en toda regla gracias precisamente a una buena ciaboga.
Ayer, empero, no hubo nada de eso. San Juan quiso arrimarse en la virada, pero Zumaia no estaba para bromas y rompió definitivamente la regata en las primeras paladas de la empopada. Mientras, Hibaika vivía un día muy negro, viéndose incapaz de arrimarse siquiera a una embarcación de Orio que al fin eludió la última posición.
Al establecerse las diferencias en las pimeras paladas del largo de regreso, cada embarcación decidió que conservar lo suyo, fuese esto bueno o malo, no estaba del todo mal. Hibaika reconocía que ayer vivieron un día para olvidar -o para extraer una lección para el futuro-. Orio se vio a sí misma en franca progresión, una mejoría que intentarán refrendar en lo que queda de temporada. San Juan pensó que otra vez será, pero que regresará a mostrarle la proa a Zumaia, mientras que la «Telmo Deun» quiso demostrar que, mientras se demuestre lo contrario, es su bote el que manda.