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Menú degustación John Zorn: doce platos de vanguardia judía
Todo el mundo sabía que el concierto de este Jazzaldia -y uno de los conciertos del año, en general- iba a ser el tour de force de John Zorn y su Marathon Masada; una titánica sesión de más de cuatro horas (entre conciertos y descansos) presentando doce proyectos diferentes con un factor común esencial: las composiciones del genial neoyorquino para su faraónico proyecto Masada.
Yahvé M. de la Cavada
El evento merecía el revuelo. Zorn no es fácil de ver en directo, y mantiene un perfil a medias entre la estrella de rock y el empresario adicto al trabajo y controlador que monitoriza cada cosa que ocurre en sus negocios, desde el aspecto más creativo de sus proyectos hasta la gestión de su sello discográfico (Tzadik), o la programación de una de las salas de concierto alternativas más interesantes de la gran manzana, The Stone. Zorn tiene tiempo para todo eso y para seguir sacando una decena de discos al año con otros tantos proyectos, pero en 2013 tocaba celebración: el bueno de John cumple 60 años, razón de sobra para echarse a la carretera, desperdigando por varios países del mundo diferentes eventos musicales a modo de celebración global.
El desproporcionado tamaño de su obra publicada (hablamos de cientos de discos, y siguen sumando) da juego de sobra para personalizar la celebración en cada lugar, y Donostia puede alardear de haberse llevado el Marathon Masada; tal vez, el mayor menú degustación musical que se ha visto sobre un escenario de nuestro país. Un menú con doce platos, doce proyectos musicales extraídos de la serie «Book Of Angels», segunda parte del universo Masada que Zorn inauguró hace veinte años, nada menos. La premisa original de aunar la influencia del mítico cuarteto de Ornette Coleman con Don Cherry con las armonías de la música tradicional judía empezó con un grupo para la historia -el compuesto por el propio Zorn, Dave Douglas, Greg Cohen y Joey Baron- y acabó convirtiéndose en un auténtico universo musical en el que cabe jazz, rock, música folclórica, surf, metal, ritmos latinos, urbanos, sonidos electrónicos y música clásica. Resumiendo, cualquier música que pasa por la cabeza de John Zorn, es decir, toda.
La tarde comenzó con el cuarteto original Masada, como es natural, unico grupo en el que Zorn ejerce como instrumentista aparte de la mutación ampliada del mismo, Electric Masada, que cerró la velada con el mejor concierto de la misma, de lejos. Entre ambas actuaciones, diez microconciertos con una media de 20 minutos de duración (el más corto se quedó en 14 minutos y el más largo en unos 22) entre los que se intercalaron pesos pesados (Masada String Trio, Electric Masada, Erik Friedlander o el dúo de Mark Feldman y Sylvie Courvoisier), pesos medios (Bar Kokhba, The Dreamers, Uri Caine, David Krakauer o Banquet Of Spirits), pesos ligeros (Secret Chiefs 3) e incluso algún aspirante poco afortunado (como el cuarteto vocal Mycale), basando estas categorías exclusivamente en lo escuchado en Donostia.
Hay que tener en cuenta que hablamos de la élite de la música de vanguardia de Nueva York. Entre los 32 músicos que pasaron por elKursaal están algunos de los nombres más estimulantes de las dos últimas décadas, como los ya mencionados Zorn, Douglas, Cohen, Baron, Friedlander y Feldman, u otras luminarias de la categoría de Marc Ribot, Trevor Dunn, Shanir Ezra Blumenkranz, Michael Sarin, Kenny Wollesen o Jamie Saft. Lo de Zorn es jugar sobre seguro: rodearse de lo mejor constantemente; de músicos que, en su peor día, seguirían estando a años luz de la mayoría. Como los grandes jugadores, Zorn nunca arriesga; sabe que siempre va a ganar. Y el público, gana con él.
Lo de Masada del sábado pasará a la historia del Jazzaldia, incluso aunque no fuera la mejor forma de degustar y disfrutar algunos de los increíbles proyectos presentados. En el poco tiempo dedicado a cada grupo no hubo lugar para los matices y las subidas y bajadas de intensidad que uno puede disfrutar en un recital completo de cualquiera de ellos. Pero, con una carta tan extensa como la del chef Zorn, uno quiere probar un poco de todo. Intentar decidirse entre un plato u otro sería imposible.