tragedia ferroviaria en galicia
El maquinista señalado por el Gobierno queda en libertad con cargos
El juez le imputa las 79 muertes por una imprudencia que reconoce, pero la puesta en libertad deja traslucir ciertas dudas sobre la responsabilidad final del siniestro. Una plataforma pide citar al ex ministro Blanco.
GARA | SANTIAGO DE COMPOSTELA
El titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Santiago de Compostela, Luis Aláez, dejó en libertad con cargos al maquinista del tren siniestrado el miércoles a cuatro kilómetros de la estación de Santiago, en una curva cerrada, donde la velocidad está limitada a 80 kilómetros por hora y que carece del moderno sistema de seguridad europeo ERTMS, implantado en las redes de alta velocidad y que reduce connsiderablemente el factor humano ante una velocidad excesiva o cualquier otro tipo de imprevisto, llegando a frenar automáticamente el tren.
Francisco José Garzón, a quien desde un principio diversas instancias oficiales han señalado como responsable único del descarrilamiento que ha costado la vida a 79 años, compareció durante dos horas ante el juez. El experimentado maquinista, detenido el jueves en el Hospital Clínico de Santiago, adonde fue trasladado para ser tratado de las heridas leves que sufrió en el accidente, se negó a prestar declaración ante la Policía. Pero ayer sí lo hizo ante el magistrado, quien únicamente le impuso algunas medidas menores, como comparecer semanalmente ante el Juzgado y retirarle el pasaporte -con el claro objetivo de asegurar su presencia en el proceso-, además de inhabilitarlo para ejercer su profesión. La pena máxima por imprudencia grave son cuatro años de cárcel.
Fuentes judiciales citadas por Europa Press, indicaron que la mayoría de las preguntas se centraron en intentar averiguar las razones por las cuales no frenó al llegar a la fatídica curva.
«Muy emotiva»
Al parecer, Garzón admitió ante el juez haber cometido una imprudencia que no se precisa (en la prensa se ha apuntado que la Policía cree que iba hablando por el móvil un momento antes del descarrilamiento).
Se apunta también que su declaración, centrada en por qué no frenó el convoy a tiempo, resultó «muy emotiva».
Aunque no trascendió el contenido de su declaración, en su edición de ayer, el diario «El Mundo» reprodujo un extracto de la hoja de ruta, según la cual el convoy, que salía de un tramo donde se puede circular a 220 kilómetros por hora, debía reducir su velocidad a 80 kilómetros por hora al llegar a la curva de A Grandeira. Pero «lo sorprendente -subrayaba este rotativo- es que este itinerario deja en manos del conductor el momento y la manera de empezar a desacelerar antes de llegar a la estación. Es decir, Garzón tenía que decidir cuándo frenar para entrar en la curva a 80. Nada le decía cómo ni dónde hacerlo».
En días previos, responsables de Renfe y Adif y hasta el ministro de Interior volcaron todas sus miradas hacia él. El sábado, mientras visitaba el lugar de la tragedia, Jorge Fernández Díaz, afirmó que «existen indicios racionales» de que pudo tener alguna «eventual responsabilidad», avalando la imputación de la Policía de «homicidio por imprudencia grave».
La pena máxima que conlleva este delito es de cuatro años de prisión por cada fallecido.
Desde Renfe -que se personará en la causa-, su presidente, Julio Gómez Pomar, ha rechazado en todo momento las críticas de que el sistema de seguridad era insuficiente, diciendo que el debate entre ambos sistemas «no tiene excesivo sentido» y que el conductor conocía perfectamente la línea porque la había recorrido en 60 ocasiones y el del miércoles, era su viaje número 61. Pero muchos se siguen preguntando cómo es posible que un supuesto error humano haya llevado por sí solo a una tragedia de tal magnitud. Una interrogante que centró parte de los editoriales y de columnas de opinión en varios impresos estatales.
Fomento dejó caer que el informe oficial podría tardar un año en hacerse público. Y sostiene que toda la responsabilidad es del maquinista, porque si no cumple su labor en realidad solo se estaría comportando como «un pasajero más».
Otro de los elementos que han provocado cierto estupor es el hecho de que una sola persona se encargue de la conducción del vehículo, cuando por ejemplo en los aviones hay dos pilotos por si uno de ellos se indispone o necesita algún tipo de ayuda. No se ha escuchado ninguna explicación oficial sobre esta y otras cuestiones.
Lo que, a estas alturas, nadie pone en duda es que este accidente se produce en el peor momento para la alta velocidad española, que aspira a hacerse con la construcción del AVE brasileño entre Río de Janeiro con Sao Paolo, el primero de estas características en Latinoamérica.
Este multimillonario contrato, así como intereses ferroviarios en Kazajistán, Rusia, EEUU o en los Emiratos Arabe,s han llevado a Renfe, Adif, Fomento y la propia Xunta a negar ahora que el tramo accidentado sea de alta velocidad, aunque en diciembre de 2011 fue inaugurado como tal, a bombo y platillo.
El fallecimiento de una ciudadana estadounidense elevó a 79 el balance provisional de víctimas mortales en el accidente. Según informó la Consellería de Sanidad, 70 personas seguían ingresadas ayer, de ellas 22 en estado crítico.
Según un informe oficial del servicio de Emergencias, hecho público ayer por «El País», se tardó más de dos horas en decretar el nivel de alerta correspondiente a un siniestro así y no llegaron a despegar los helicópteros movilizados a tal efecto.
El traslado de los heridos en el accidente a centros sanitarios privados ha generado polémica entre los facultativos médicos, especialmente, entre los del hospital público de Conxo, al que apenas derivaron heridos, pese a ser el más cercano.
La plataforma de apoyo al maquinista Francisco José Garzón reclamó la imputación del exministro de Fomento José Blanco, que inauguró este tramo del TAV en su último acto en el Gobierno, porque «no hizo caso en su día del informe emitido por los técnicos sobre el trazado de la curva ahora en cuestión». En su inauguración, técnicos de Fomento ya se refirieron a esta curva como «punto complicado». Por ello, esta plataforma, que lleva recabadas 37.508 firmas en apoyo del maquinista, pidió que se cuelgue en la red la resolución por la que desde el Gobierno entonces dirigido por el PSOE se tomó la decisión política de que el trazado siguiese como está, a pesar de este informe.
Su portavoz, Antonio López, explicó que la iniciativa de poner en marcha este movimiento partió de un grupo de miembros de la Escuela de Ingeniería Civil de Valencia expertos en materia ferroviaria. Criticó que en este tipo de situaciones, «es muy fácil criminalizar y condenar» a los maquinistas «sin que haya ningún tipo de prueba» y antes de que se determinen «las verdaderas causas». En el mismo sentido se pronunció un tío del maquinista, que, en una breve conversación con una agencia de noticias, lamentó que «políticos y Renfe» lo hayan «inculpado» sin esperar al resultado de la investigación.
El presidente de Adif dijo que la misión de un conductor es «controlar la velocidad» y que debía haber reducido la marcha cuatro kilómetros antes. GARA