Txisko Fernández | Periodista
Setiembre se me antoja un poco lejano
Aquellas personas que disfruten de vacaciones «pagadas» durante todo el mes de agosto -que, probablemente, no serán muchas de las que lean este artículo- pensarán que durante estos días es mejor olvidarse de la siguiente página del calendario. Carpe diem, eta gero gerokoa. Y no se lo reprocho, porque desconectarse de la rutina durante 31 días puede ser una gozada... siempre que realmente optemos por relajarnos y abandonemos esos comportamientos y actitudes con las que contribuimos a que el resto del año nos parezca estar viviendo, aunque sea a ratos, en un pequeño infierno.
Y si podemos pasar un mes, o quince días o una semana, disfrutando de los «rendimientos del trabajo» acumulados, no veo por qué vamos a perder ese tiempo, o mejor ese impasse, tan difícil de alcanzar, dedicándonos a contemplar con temor cómo, irremediablemente, se va acercando setiembre.
Por eso, no tengo ninguna prisa para cambiar la página del almanaque. Faltan veinte días, casi una eternidad para quienes estamos trabajando y, se mire como se mire, la misma eternidad para quienes están de vacaciones. Es una eternidad breve,, muy breve; lo admito. Pero ¿no hay momentos inolvidables en nuestra vida? ¿No hay instantes insuperables? También hay largas esperas que han merecido la pena, y mucho; interminables noches en vela; experiencias que es mejor olvidar y otras que quedarán grabadas para siempre en nuestra memoria; planes que resultan inalcanzables y también imprevistos que te alegran la vida; y si nos damos un garbeo por la ortografía, nos podemos encontrar, no siempre por este orden, con un punto y seguido, un punto y aparte, tres puntos suspensivos... y hasta el punto final.
No pretendo relativizar, sino todo lo contrario. Este tiempo estival me parece tan importante desde el punto vista vital como el resto del año. Por eso no entiendo por qué hay tanto empeño en ciertos ámbitos por recalcar que lo que ha quedado pendiente antes del parón veraniego se retomará en setiembre, como si fuera algo noticioso en sí mismo. Llegará setiembre y todavía nos quedarán unos buenos retazos de verano, para que la vuelta a la rutina no se haga tan sufrida, para retomar el pulso laboral, para volver a vernos, para contarnos cómo nos fue. Sin ninguna prisa.