Fede de los Ríos
No tendrán piedad
Hoy no es necesario invadirnos para mejor explotarnos. No son saetas ni espadas, sino drones y leyes las utilizadas por la barbarie que les evita el engorroso cuerpo a cuerpo
Tal día como hoy, hace casi 2.500 veranos, un tal Dienekes y trescientos colegas cayeron muertos después de resistir durante tres días, en las Termópilas, los embates de un ejército de trescientos mil. No se arredraron frente al Imperio persa. Los persas eran demasiados y, además, como en todas las buenas historias, existió un traidor. Se llamaba Efialtes y facilitó a los persas un sendero con el que llegar a la retaguardia de los espartanos.
Cuenta Heródoto, cronista de la época, que ante el anuncio de tan alto número de tropas enemigas, la espesa nube de saetas disparadas por sus arcos cubrirían el Sol, el espartano Dienekes, lejos de arredrarse, contestó: «Mejor. Así lucharemos a la sombra». Era agosto y en Grecia, en la zona de Tesalia, Lorenzo pega de forma inmisericorde.
Eran trescientos defendiendo su modo de vida aun a costa de perderla. No concebían otra forma de existencia. No había televisión ni agencias «creativas» de publicidad. La vida, al ser vivida en primera persona, sin intermediarios, merecía la pena vivirla. Veían el sentido de sus actos aun cuando, muchas veces, fueran penosos. Ser dueño de su destino era una empresa a la que el humano dedicaba parte de su tiempo para, así, poder huir de la paralizante sensación de incertidumbre.
Hoy no es necesario invadirnos para mejor explotarnos. No son saetas ni espadas, sino drones y leyes las utilizadas por la barbarie que les evita el engorroso cuerpo a cuerpo. Hay muchos Efialtes a sueldo, sindicalistas apóstoles del diálogo social y apologistas profesionales del consenso.
No es una crisis económica, es una crisis social. Necesitan un nuevo marco, «un modelo más competitivo», y para abaratar los costes de producción y competir en el mercado global, es imprescindible una reducción de los salarios de los trabajadores, ya que el aumento de productividad mediante innovaciones tecnológicas no aumenta la tasa de ganancia del Capital. A juicio del Capital, por supuesto.
Con la amenaza del 17% de paro en Euskal Herria, un 27% en las Españas, el despido más que libre y los convenios abolidos por una reforma laboral creada para disciplinarnos, los patrones van a intentar jugar con nosotros a su antojo. Con un salario reducido estaremos obligados a intentar cubrir los aumentados gastos de una vida encarecida. Nos pagan menos y nos cobran más. Un negocio redondo.
Por el bien de todos, a nosotros nos reducen un sueldo con el que pagar unas hipotecas que poco a poco van aumentando también por el bien de todos.
Kavafis escribió: «Honor a aquellos que en sus vidas custodian y defienden las Termopilas. Sin apartarse nunca del deber; justos y rectos en sus actos, no exentos de piedad y compasión; generosos cuando son ricos, y también si son pobres, modestamente generosos, cada uno según sus medios; diciendo siempre la verdad, mas sin guardar rencor a los que mienten. Y más honor aun les es debido a quienes prevén (y muchos prevén) que Efialtes aparecerá y pasarán, por fin, los Persas».
¿Qué dirán de nosotros los poetas? ¿Y nuestros hijos e hijas semiesclavizados?