UDATE | RAMON LAZKANO, COMPOSITOR
«Contamos con un público que sabe separar el arte del entretenimiento»
Aunque en nuestro entorno es bien conocido como compositor, el donostiarra Ramon Lazkano es también el programador que se esconde tras el Ciclo de Música Contemporánea de la Quincena Musical, que da comienzo esta tarde. Sus contactos internacionales y el rigor de sus propuestas han logrado hacer del ciclo una de las citas más destacadas del calendario de las nuevas músicas en el Estado.
Mikel CHAMIZO | DONOSTIA
El Ciclo de Música Contemporánea de la Quincena Musical arranca esta tarde con un recital del Cuarteto Diotima. Proseguirá el miércoles con las actuaciones del Ensemble Kuraia, el pianista Wilhem Latchoumia el jueves y el cuarteto de saxofones Sigma Project el domingo. El ciclo lo cerrará el percusionista Sisco Aparici el día 29.
El Ciclo de Música Contemporánea comienza hoy con la actuación del Cuarteto Diotima, que ya lo ha visitado en anteriores ediciones. ¿De dónde surge esta cercanía?
Diotima vino a Quincena por primera vez en 2006 y después en 2009, para una doble sesión en la que interpretaron los tres cuartetos de Lachenmann, que para mí supone un hito y un momento excepcional en la historia del Ciclo. La relación se ha estrechado tanto por su generosidad al aceptar propuestas nuestras (estrenos de Ibarrondo y Gerenabarrena) como por la gran acogida que han tenido en Quincena, que ha facilitado la posibilidad de esta nueva invitación cuando su carrera está en lo más alto.
¿Cómo se han escogido esta vez las músicas que sonarán en el ciclo?
La idea central del ciclo, derivada del bicentenario que alimenta la temática de Quincena -la destrucción y posterior reconstrucción de Donostia en 1813-, surge con la obra de Rzewski que tiene el canto de Sergio Ortega «El pueblo unido jamás será vencido» como referencia y que simboliza también una forma de resistencia, cultural y artística. Así, aparecen dos "resistentes" históricos como Cage y Boulez, pero también un linaje de autores que cubre 70 años, con una presencia especial de compositores vinculados a los USA: Rzewski y Cage, pero también Reynolds y Czernowin.
¿Qué representación de compositores vascos habrá este año?
Nuestra intención ha sido integrar ampliamente a varias generaciones, desde Luis de Pablo (1930) hasta Mikel Urquiza (1988), pasando por Ibarrondo (1943), Çabalette (1961), Chamizo (1980), Quislant (1984) y el navarro Juan José Eslava (1970). Las obras de Çabalette, Quislant y Urquiza serán estrenos, a los que se unirá el de Javier Torres-Maldonado (México, 1968). Son perfiles muy dispares que enriquecen la programación y la hacen poliédrica: Çabalette, por ejemplo, está muy ligado a una tradición armónica francesa, mientras que Eslava ha vivido años en Japón.
El Sigma Project dio su primer concierto en este Ciclo y cinco años después vuelve como uno de los grupos de música contemporánea más activos del Estado. ¿Está satisfecho de, en cierto modo, haberlos descubierto?
Para nosotros es un orgullo que Sigma Project pueda decir que su primera puerta abierta fue en la Quincena, que es aquí donde encontraron el arranque a la formidable carrera que han desarrollado. El día 25 volverán con estrenos, como en su primer concierto, y también obras de autores con los que han desarrollado una muy estrecha y especial relación, como Ibarrondo, Jesús Torres, Mª Eugenia Luc y Juan José Eslava.
El Ensemble Kuraia de Bilbo es uno de los conjuntos contemporáneos vascos más activos, incluso a un nivel internacional. ¿Por qué han tardado tanto en debutar en el Ciclo?
Hacía muchos años que esperábamos poder contar con Kuraia, pero por una razón o por otra, el proyecto ha ido posponiéndose. Para nosotros es una inmensa satisfacción poder finalmente acogerles con un programa tan especial, que incluye una obra de Georg-Friedrich Haas, un compositor cuya carrera ha tomado un auge espectacular estos últimos años con obras de un refinamiento sonoro inaudito.
En los años que lleva usted organizándolo, el de la Quincena se ha consolidado como una cita importante de la música contemporánea en el Estado, con un público muy fiel que en parte llega desde fuera de Donostia.
Mi satisfacción personal es la de haber visto crecer el público del ciclo durante unos años en los que en paralelo había otros conciertos de grandes orquestas y solistas de renombre. Y también la calidad de este público: su capacidad de escucha, siempre atenta, alerta y crítica, que sabe separar el arte del entretenimiento.
¿Siente que el Ciclo sigue siendo tan necesario para la calidad de la vida musical vasca como cuando lo tomó a su cargo hace 10 años?
Estoy persuadido de la necesidad y de la validez del ciclo, pero también creo que su forma tiene que evolucionar. Lamentablemente, esta evolución se ve mermada por las dificultades financieras: nuestro ciclo ha sufrido un recorte del 50% en dos años. Afortunadamente para los creadores e instrumentistas, han surgido otras propuestas en nuestro entorno inmediato, como la temporada de la Fundación BBVA en Bilbao, cuyos medios son muy superiores a los nuestros.