CRíTICA: «Elysium»
El futuro distópico según un visionario sudafricano (1)
Mikel INSAUSTI
El cine de acción futurista necesitaba a Neill Blomkamp, porque el género de ciencia-ficción estaba perdiendo la base que antaño le suministró la literatura de anticipación. El sudafricano escribe directamente para la pantalla grande, con lo que reúne la ventaja de ser un creador que conoce el medio y sabe cómo hacer narrativa distópica en un lenguaje puramente icónico. Unas ventajas a las que añade aquello que dota de originalidad a su obra, y que es que sus visiones del mañana parten de la realidad sociopolítica sudafricana. El apartheid constituye su gran fuente de inspiración, la cual, convenientemente globalizada, se nutre de las teorías económicas que apuntan hacia teorías como la del crash, defendida por el profesor Santiago Niño Becerra.
El profesor Niño fue el primero en anunciar la desaparición de la clase media, un invento del sistema que interesó en la posguerra para fomentar el consumo. La cada vez más abismal diferencia de clases está dando lugar a una nueva Edad Media, idea que encaja muy bien dentro de la ficción apocalíptica. Pero nadie ha representado esa irreversible fractura social de una manera tan gráfica como Neill Blomkamp en «Elysium». No, por casualidad, el universo elitista se sitúa en una estación espacial que recupera la forma de anillo orbital del Toro de Stanford, conectando así con el estudio evolutivo de Kubrick en «2001». Lo malo es que la tierra sigue siendo un planeta de simios, un reducto primitivo que no avanza por culpa de la superpoblación y el abandono asistencial. En el colmo de la ironía, el idioma dominante entre los inmigrantes latinos de Los Angeles del 2159 es el spanglish, mientras que en la paradisíaca burbuja sus privilegiados habitantes son unos afrancesados.
En tal contexto clasista, los principales problemas introducidos por Blomkamp son la inmigración ilegal y la sanidad pública en peligro. Son muchos los desfavorecidos que, desde el inframundo, intentan alcanzar clandestinamente Elyisum para acceder a la ciudadanía con derechos y a la cápsula médica que poseen todos los hogares. La desesperación hace que la revolución aún sea posible.