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Maite Soroa | msoroa@gara.net

Réquiem por Twitter

La acérrima defensora de la llamada «Ley Wert», Edurne Uriarte, modelo de la «excelencia» que proclama, asistía ayer, desde su columna de «Abc», a las honras fúnebres de Twitter. Se refería a «la muerte periodística» de ese formato y se lamentaba de que seguirá existiendo, «pero tan sólo como otro instrumento más de comunicación entre las personas. Y no como una herramienta de trabajo importante para los periodistas». Decía que también ella abrió una cuenta «siguiendo el consejo de periodistas que consideraban imprescindible la presencia en Twitter para estar en el mundo periodístico. Pero nunca llegué a utilizarlo, no sé si porque tenía otro instrumento de comunicación periodística como es el blog o por mis reticencias hacia un medio basado en la ocurrencia y el impacto inmediato más que en la reflexión». Pues servidora conoce a muchas y muchos periodistas que no se han enterado del fallecimiento de Twitter y lo siguen utilizando habitualmente. Y es que el periodismo no solo es reflexión, sino también «impacto inmediato» y, como dice Uriarte que pensaba, «si no para comunicar ideas y análisis, Twitter sí podía ser útil para hacer un seguimiento de la realidad política y social».

Pero cambió de parecer, porque «En el peor de los casos, Twitter parece más bien útil para conocer las diferentes modalidades del insulto y las diversas formas escritas de los peores instintos». Ya, pero ese problema no es de Twitter, sino de los usuarios y usuarias que a falta de argumentos recurren al insulto. Según Uriarte, la culpa es de la democratización: «Sí, suena muy mal, incluso es políticamente incorrecto, pero es la democratización de la opinión lo que ha acabado con Twitter como instrumento periodístico (...) Cuando la opinión de un aficionado vale lo mismo que la de un experto, ocurre que el medio que equipara ambas opiniones pierde credibilidad e interés». ¿Y el criterio de la lectora o lector? ¿Tendrán que esperar a que Uriarte les diga cuál es la opinión válida y cuál no? No se trata de equiparar, sino de libertad de expresión, del derecho de acceso y participación.

Terminaba diciendo que es posible que Twitter «siga sirviendo para conocer el `humor' de las redes sociales ante los distintos acontecimientos. Pero hasta eso podría dejar de tener interés si las tales redes sociales se convierten en un espacio dominado por los radicales, los fanáticos y los energúmenos». Sobre todo si solo lo usase la gente «exquisita» como Uriarte.

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