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Antton Azkargorta | Padre de alumno afectado

El euskara, asignatura pendiente de la UPV

 

La relación de la UPV con el euskara siempre ha sido conflictiva. Dejando de lado los grandilocuentes discursos de actos ceremoniales, la historia de la UPV está salpicada de desencuentros entre la lengua nacional y los estudios superiores que se cursan en la máxima institución académica pública de la CAV. Con independencia de quien sea el rector. Es un problema estructural; más bien de concepto. Y no es más que uno de los síntomas de que, bajo la denominación de Euskal Herriko Unibertsitatea, aparece su realidad de Universidad española ubicada en las Vascongadas. El enorme esfuerzo que la sociedad vasca viene realizando para euskaldunizar a miles de alumnos se ve continuamente frustrado por la institución universitaria. Los ejemplos abundan. Tomemos dos que nos muestran claramente el talante de una institución que, en este tema, apenas ha cambiado.

Durante el curso 1994-1995 los estudiantes de la Facultad de Bellas Artes protagonizaron un largo conflicto por esta razón. Ante la falta de profesores para las líneas de euskara, optaron por encerrarse y combinaron gran cantidad de vistosas y originales acciones, tanto en el interior como el exterior de la Universidad. El movimiento por la contratación de profesores euskaldunes se contagió rápidamente a otros centros y especialidades con problemas afines, que celebraron asambleas solicitando profesorado euskaldun y el cumplimiento del Plan de Euskaldunización que la propia UPV había aprobado pero no cumplía.

El encierro de Bellas Artes duró cinco días y finalizó sin que se obtuvieran los profesores solicitados. Después de dos semanas de infructuosa espera, los estudiantes volvieron a insistir y varios cientos se concentraron en torno al Museo de Bellas Artes de Bilbao con la intención de encerrarse en él. Apareció la Ertzaintza y cargó, con el resultado de siete detenidos y cincuenta heridos. Inmediatamente se suspendió la docencia en la Facultad de Bellas Artes. Los alumnos, hartos de la postura inmovilista del Gobierno Vasco y el Rectorado, comenzaron un encierro indefinido en su Facultad que duraría más de un mes. Tomaron iniciativas importantes, como la de acudir a Estrasburgo para denunciar la vulneración de los derechos de los euskaldunes, y a Gasteiz para entrevistarse con diri- gentes políticos y llevar a cabo intervenciones ante monumentos de la capital alavesa. La iniciativa más interesante a mi entender fue organizar la «Facultad alternativa», montada a partir de la autoorganización de los estudiantes, con la colaboración de algunos profesores de la propia Universidad y de creadores provenientes del exterior.

El problema, que sigue vigente en la UPV, es bastante conocido. En los primeros cursos algunas facultades y escuelas ofrecen enseñanza en euskara en todas las asignaturas, pero a medida que estos avanzan la oferta se reduce drásticamente y a los alumnos se les ofrecen salidas chapuceras, como trasladar las clases a horarios marginales o, más sibilinamente, que se pasen a los grupos de castellano.

Otro ejemplo paradigmático de este problema se produjo en la Facultad de Arquitectura del campus de Donostia el curso 2001-2002, donde se originó un conficto que duró varios meses y fue uno de los motivos que impulsó a Ikasle Abertzaleak a plantearse una política de insumisión acompañada de alternativas estudiantiles.

En los dos primeros cursos la oferta de asignaturas en euskara era completa. Pero en tercero y cuarto se reducía drásticamente y en quinto y sexto la línea de euskara había desaparecido. Ello a pesar de que el 40% de los estudiantes se matriculaba en líneas euskaldunes y que otros muchos estaban en condiciones de hacerlo pero sabían que los estudios en euskara resultaban problemáticos por la falta de respuesta de la institución y no querían líos.

Habían reclamado soluciones por las vías normales. Al igual que durante muchos años los alumnos de las líneas de euskara, organizados en las «Euskal Adarrak», han tramitado sus reclamaciones por la vía oficial, pero la mayoría se han perdido en la espesa red institucional.y muchos estudiantes se han quedado sin poder cursar en euskara las asignaturas. Desde el comienzo de curso los estudiantes de Arquitectura organizaron paros, encierros, cadenas humanas y manifestaciones y, a partir de enero de 2002, una huelga indefinida. Sus peticiones eran simples: contratación de más profesores, sustitutos para cubrir las bajas, que hubiera un mínimo de dos grupos por curso para romper la masificación existente y, por fin, que se ofertaran todas las asignaturas de cuarto y quinto en euskara. Tras muchos esfuerzos, hubo un cambio de actitud por parte del Rectorado y se aceptaron algunas reivindicaciones. Lo novedoso de este conflicto consistió, otra vez, en que los alumnos de Arquitectura -ante la cerrazón institucional- presentaron un creativo proyecto de solución que consistía en cursar las asignaturas en euskara con ayuda de compañeros de cursos superiores o que se habían licenciado ya. También proponían viajes, visitas a obras, seminarios, junto a iniciativas para obtener material pedagógico y documental escrito y traducido.

Recordemos también que durante estos últimos años, los alumnos de Medicina o Derecho se han venido movlizando por la misma cuestión. Volviendo al día de hoy, vemos cómo a los alumnos de segundo de Telecomunicaciones de la Escuela de Ingenieros de Bilbao se les plantea la ya archiconocida tesitura. Y supongo que no serán los únicos. Tras haber cursado el primer curso en euskara se les propone que el segundo lo cursen en horario de tarde, con el consiguiente descalabro vital y organizativo que ello produce en alumnos que no están trabajando por las mañanas, o bien, que se pasen al grupo de castellano que, ese sí, tiene el horario normal de las mañanas. Seamos sinceros, señor Goirizelaia, ¿qué sucedería si ese grupo desease cursar la carrera en inglés? Seguro que no les pondrían en horario de tarde ni se les invitaría a pasarse al grupo de castellano. ¿A que no? Porque en el fondo entre la Basque Country University y la Euskal Herriko Unibertsitatea, siendo inverosímiles ambas, la primera queda muy aparente y la segunda sigue siendo un engorro para una Universidad que sigue siendo, ante todo y sobre todo, española.

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