Raimundo Fitero
No puedo
Lo intento, pero me resulta imposible. Me juramento, hago una promesa ante mi teléfono portátil, pero sucumbo. Parece algo superior a mis fuerzas. Me rindo. No puedo sustraerme al circo político que nos rodea. Miro a la pantalla rectangular, busco una serie, un programa de entretenimiento, mis dibujos favoritos, incluso los programas de fútbol, pero nada me logra apartar del espectáculo mediático constante de un mundo que parece un conjunto de parques temáticos de la tragedia, el dolor o la simple paranoia. Tragicomedia cuando uno tiene el aire acondicionado funcionando. Tragedia sin matices cuando las moscas te comen las pieles secas de los labios.
En el caso de la financiación ilegal de la banda siguen sonando voces de ultratumba, sigue el goteo de detalles que deberían acorralar a una cuadrilla organizada para expoliar a las instituciones del Estado, para enriquecerse en nombre propio y superpuesto. Todo a una carta. Si el COI decide hundir en la miseria todavía más a la capital del reino de España y le concede la olimpiada de 2020, se creará un estado ficticio de euforia que tapará la miseria moral en la que chapotea un Estado en descomposición. Y la capital de ese reino, con olimpiada y casinos, estallará. Cualquier ortodoxo se frotaría las manos. Las contradicciones del sistema agotarán toda salida. Mientras tanto, se escucha a la alcaldesa hacer el ridículo. Todo son adhesiones interesadas. Cuando despierten tendrá la deuda mirándoles a la cara.
Pero lo que empieza a ser una de las mayores indecencias es el asunto de Siria. El discurso del Nobel de la Paz, Obama, es exactamente el mismo que el de Bush. Da miedo ver cómo existe por encima de cualquier otra consideración una soberbia imperialista que nos quiere salvar a todos de los malos, para caer en sus brazos. Nos defienden de todos, menos de ellos que son los realmente peligrosos.
Solamente hay una cosa que en estos días me solivianta más: la maldad intrínseca del sistema penitenciario, judicial y político español con los presos vascos y sus familiares. Están ejerciendo una venganza medieval. Lo que han hecho con Pablo Gorostiaga es de extrema crueldad. No les perdonará ni su puto dios.