Elección de la sede olímpica 2020
Olimpiadas «low cost» o la cultura del «pelotazo»
Madrid conocerá hoy si su tercer intento de organizar unos Juegos Olímpicos tiene éxito. El Gobierno español se ha volcado en un proyecto que tratan de vender como «low cost», pero que insiste en profundizar en el modelo del «pelotazo» que provocó la crisis.
Alberto PRADILLA
Proponemos un nuevo modelo de Juegos ajustados a la austeridad. El 80% de las infraestructuras están ya construidas». Esta es la idea-fuerza que la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha tratado de vender a los responsables del Comité Olímpico Internacional (COI) en su carrera por organizar los Juegos Olímpicos de 2020. Después de los intentos fallidos de 2012 y 2016, la primera edil, que sustituyó a Alberto Ruiz Gallardón y gobierna sin ni siquiera haber sido refrendada en las urnas, se ha sumado al «sostenella y no enmendalla» del doblemente malogrado sueño olímpico. Y eso que, con cada intento, la situación económica se ha hundido cada vez más. Un contexto que no supone ningún problema para los promotores de Madrid 2020, que han intentado convertir la debilidad en virtud y presentar su candidatura como una iniciativa «low cost» que apenas tendrá impacto negativo en las cuentas públicas del Ayuntamiento más endeudado del Estado español. Como en el caso de Eurovegas, el otro macroproyecto estrella de los gobierno del PP (que dirige el Consistorio y la Comunidad) se aferra al cuento de la lechera de los futuros empleos y el supuesto beneficio económico a través de inversiones y turismo. No están solos. En este caso, tanto PSOE como los dos grandes sindicatos (UGT y CCOO) se han sumado a un proyecto que, tal y como denuncian sus críticos, solo incide en el modelo especulativo que provocó el hundimiento económico del Estado. Hoy, en Buenos Aires, el COI anunciará si Madrid hace bueno el dicho de «a la tercera va la vencida» o si, por el contrario, es superada por Tokio o Estambul. Pese al derroche propa- gandístico de espíritu deportivo, la candidatura tiene más que ver con la cultura del pelotazo de la «marca España» que con el atletismo, el tenis o la natación.
Según los presupuestos presentados por el Ayuntamiento, Madrid apenas gastará 1.670 millones en infraestructuras de aquí a la celebración de las Olimpiadas. Claro, que estos cálculos no son del todo reales. En primer lugar, porque no contabilizan todos los fondos desembolsados desde que se presentó la primera candidatura. En segundo, porque todas las experiencias previas demuestran que una cosa son las cuentas sobre el papel y otra bien distinta lo que terminan dilapidando las cuentas públicas. «Habitualmente, el coste real suele superar el 170% de lo presupuestado, por lo que el gasto podría dispararse hasta los 7.000 millones», explica Mariano González, miembro de Ecologistas en Acción, citando un estudio elaborado por la Universidad de Oxford que certifica la tendencia al sobrecoste y la ruina registradas en anteriores citas olímpicas. Hasta el momento, y según los datos oficiales, el gasto en nuevas obras supera los 8.000 millones. Y eso que Madrid está sometido a un plan de ajustes que reduce las inversiones a cero. No obstante, la suma total es incalculable. Una opacidad a la que colabora la Administración, que se niega a ofrecer auditorías sobre cuánto se ha gastado realmente, tal y como recuerda González.
El modelo de la Caja Mágica
«Madrid 2020 es la continuidad de la política de construccción de infraestructuras innecesarias. Parece que existía un consenso sobre el hecho de que los aeropuertos sin aviones o las estaciones de AVE sin pasajeros eran la causa de la actual situación económica. Sin embargo, seguimos en la misma lógica», advierte González. No hace falta más que analizar los nombres de los patrocinadores para hacerse una idea de los intereses que priman en el macroevento. Por ejemplo, el de las grandes constructoras. Entre las empresas que han dado su aval a la candidatura se encuentran Villar Mir y el grupo OHL, Sacyr Vallehermoso o FCC. Todas, constructoras que aparecen en los «papeles de Bárcenas» como donantes a la contabilidad paralela del PP. Como en el caso de la financiación irregular de la derecha española, no parece que estas grandes compañías aporten sus fondos por amor al espíritu deportivo, sino que aspiran a recuperar su inversión a través de las concesiones para el desarrollo de infraestructuras. No en vano, Ayuntamiento, Comunidad y Estado se reparten los gastos y confían en que, de cara al futuro, podrán ceder la gestión a compañías privadas. Claro que, para ello, el estadio o pabellón debe generar beneficio, algo que no siempre ocurre. Así que, en caso de que nadie esté interesado, es la propia Administración la que se hace cargo. Aunque ni siquiera tenga usuarios. Para las empresas, la jugada es ganar o ganar.
El mejor ejemplo de ello es la denominada Caja Mágica, uno de los proyectos estrella inaugurado en 2009, que ha acogido el masters de tenis, y actualmente más que infrautilizado. Fue adjudicado a FCC, vinculada con Luis Bárcenas a través de su expresidente, José María Mayor Oreja (hermano del exministro del Interior español), quien reconoció al juez Pablo Ruz haber entregado al extesorero del PP 600.000 euros en dinero negro en el año 2011. Pese a que el proyecto del estadio multiusos ubicado en el barrio de San Fermín se presupuestó en 120.000 millones, su coste total terminó disparándose hasta los 294 millones, es decir, un 250% más de lo previsto. No solo la construcción lo ha convertido en un proyecto ruinoso. Actualmente, apenas acoge alguna cita deportiva anual y, el resto del tiempo, permanece vacía, acumulando gastos de mantenimiento, tal y como denuncia Jorge García Castaño, concejal de IU en la capital española. «Los vecinos no lo pueden utilizar y cuando se celebra algún evento, se ven perjudicados por problemas de movilidad o de aparcamiento», ratifica Nacho Murgui, presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de la Comunidad de Madrid.
«Un mono con una metralleta»
El de la Caja Mágica es el gran ejemplo porque, pese al mantra propagandístico de que «el 80% de las infraestructuras ya están construidas (una cifra que Botella ha llegado a aumentar hasta el 90% en la misma rueda de prensa)», la realidad desmiente el panorama idílico. El Estadio Olímpico de la Peineta o el Centro Acuático siguen en obras. Además, quedan pendientes de ser edificados los pabellones de voleibol, gimnasia y hockey, la villa olímpica, así como reformar muchas de las infraestructuras. Unos proyectos todavía sin licitar y en los que los patrocinadores también hacen negocio. Como en el caso de los uniformes, en manos de El Corte Inglés, que también es uno de los donantes.
Las disyuntivas que provoca el hecho de lanzarse a una inversión de estas características cuando las finanzas están en números rojos solo son un reflejo de las prioridades. Y tanto el Consistorio como el Gobierno de Madrid han establecido las suyas. Esto puede apreciarse, por ejemplo, comparando el gasto anunciado por Ignacio González para sufragar las Olimpiadas con el tajo a la Sanidad propuesto por el consejero Javier Fernández-Lasquetty. Fue en la misma rueda de prensa, celebrada en diciembre de 2012, cuando el Ejecutivo madrileño anunció que destinaría 530 millones de euros para apoyar a los juegos, al tiempo que exigía unos recortes de 533 millones para un sistema de salud progresivamente privatizado. Este es un detalle que simboliza el impacto
No obstante, todas las contradicciones se solucionan apelando a tres elementos: las inversiones, los futuros empleos derivados de la construcción y el turismo y el elemento intangible, la «ilusión de un proyecto común». Lo de las inversiones, no está del todo claro. Lo del empleo, es refutado por estadísticas como la que remarca Jorge Moruno, que evidencia que, mientras que el turismo ha crecido en Madrid en los últimos tres años, los puestos relacionados con el sector se han desplomado. Así que solo queda el recurso a la «marca España». Lo resumía el presidente español, Mariano Rajoy, afirmando que «Madrid es la mejor candidatura, porque España es un país con mucho atractivo, buen tiempo, gastronomía, muchas cosas que ver y gente simpática». «Esto es como darle una metralleta a un mono y esperar a ver qué pasa después de haber comprobado previamente que disparaba sin control», refuta Moruno, que alerta de los intentos de «reflotar el modelo especulativo. Hoy es el día decisivo. Si el COI vuelve a tumbar la candidatura habrá que ver si hay un cuarto intento. Se juegan mucho dinero.
Una mezcla entre Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona `92, y los sobres característicos de Luis Bárcenas se ha convertido en el símbolo de quienes vinculan la candidatura madrileña con la corrupción que caracteriza el modelo español. Se llama «Cobri» y su presencia comenzó a cobrar fuerza con las movilizaciones desarrolladas en Madrid para evitar el desahucio de una vivienda en la calle Ofelia, en el barrio de Tetuán. Desde entonces, tanto en Internet como en diversos actos de protesta, Cobri representa aquella parte de la ciudadanía de la capital española que antepone la defensa de los servicios públicos a la celebración de los fastos olímpicos. Ayer, por ejemplo, decenas de personas tomaron parte en un acto de protesta que también realizó sus particulares competiciones, entre las que se encontraban la «corrupción sincronizada» o el lanzamiento de ladrillo. Hoy, hasta el momento en el que el COI anuncie su decisión (que se espera hacia las 22.00 horas en el Estado español), también están previstas acciones reivindicativas.
Lo cierto es que la oposición a los JJOO no ha cobrado la fuerza que adquirió, por ejemplo, hace cuatro años. También es cierto que las protestas contra la corrupción o en defensa de los servicios públicos se han multiplicado. Como señala Nacho Murgui, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos, «la situación no ha cambiado» desde aquel segundo intento. Pese al intento de la candidatura de Madrid 2020 por minimizar su oposición (llegó a presentar una hilarante estadística donde situaba la adhesión al proyecto olímpico en un 91%, existe un amplio sector que no ve con buenos ojos la iniciativa. Aunque, como reconoce Jorge García Castaño, el discurso que defiende una futura reactivación de la economía también tiene muchos adeptos. A.P.
El supuesto escaso entusiasmo de Lionel Messi, jugador del F.C. Barcelona, a la hora de apoyar la candidatura de «Madrid 2020» ha constituido uno de los entretenimientos de la derecha mediática española durante los últimos días. Hasta que el jugador argentino no declaró su aval al proyecto fue objeto de una dura campaña en su contra. Los jugadores de élite, como Messi, constituyen uno de los ganchos de la propuesta. Eso sí, obviando cuestiones como que el propio Messi está vinculado a un supuesto delito fiscal por evadir a Hacienda la parte correspondiente a su inmenso salario. Junto a Messi, otras personalidades como Pau Gassol, jugador de la NBA, forman parte de la imagen pública. Un gusto por el deporte-espectáculo que contrasta con la falta de apoyo a los programas de base. Como denuncian en Ecologistas en Acción, las partidas se han desplomado un 30% en el último año. Una tendencia que, en medio de los recortes, no parece que vaya a cambiar A.P.