Maite Soroa | msoroa@gara.net
Traición a Madrid que lo hace todo muy bien
Mamma mia, ¡de qué guasa venían ayer los periódicos madrileños! Tras el morrocotudo sopapo a la candidatura de Madrid 2020, la depresión es tan de caballo que parece que, esta vez sí, se van a bajar del burro y a darse cuenta de lo que son: un Estado con la credibilidad por los suelos y que genera dudas universales sobre su viabilidad. Y una, que en el cafesito mañanero con sus amigas percibió que la alegría y el recochineo inundaban el ambiente de este país, leyó la prensa madrileña con traviesa sonrisa. Información y comentario monotemático, autocrítica cero y teorías conspirativas, tongos y traiciones a tutiplén.
El diario ultrafacha de «La Razón» llevaba como titular un acusador «Traicionados por el COI» que lo dice todo. «Las previsiones económicas desmontan al COI» afirmaba a continuación, como dando a enten- der que la situación económica es boyante y que el hecho de que tres candidaturas hayan supuesto tres fracasos es algo así como una maldición o un mal de ojo. Y sin tiempo para la reflexión o la autocrítica, se preparan para la siguiente. Se sacaban una encuesta debajo de la manga y ni cortos ni perezosos afirmaban que «siete de cada diez españoles lucharían por Madrid 2024». Son así...
En el mismo periódico no faltaba el tufillo racista para vengar la humillación de ver que Estambul pasó por delante de Madrid. El inefable Martín Prieto escribía en su columna: «que nos hayan colocado a la par y por detrás de Estambul es befa». Un escarnio, una burla... Les ahorro los argumentos que son de muy mal gusto.
El «Abc», con la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, (que tantas risas ha regalado en Buenos Aires) a toda plana tiraba en dirección contraria al afirmar que «Madrid congela su gran sueño» y no presentará su candidatura para 2024. Editorializaba con un «con la cabeza bien alta» y en sus páginas interiores no faltaba la arenga futbolera del «¡vamos, vamos!». Aunque una también encontró algo sensato en el vetusto diario. Su columnista Ignacio Camacho lo dice bien claro: «el papel que se nos concede en el juego de influencias y equilibrios es el de una comparsa distinguida y un socio amable nada decisivo».
España, una comparsa irrelevante. Nada más que adjuntar.