Leo con estupefacción la nota enviada anteayer a los medios de comunicación por Txema Murgiondo, juntero del PP, criticando el trabajo de integración social que se está llevando a cabo con las personas rumanas en Astigarraga y Hernani. Afirma que Bildu «fomenta los guetos» y dice que lo que debemos hacer es asumir nuestras responsabilidades y tomar medidas para acabar con estos asentamientos, en lugar de alimentarlos».

La estupefacción me ha durado poco. Pensándolo bien, la «reflexión» de Murgiondo solo puede ser producto de la ignorancia y de las ideas xenófobas que anidan en el PP. Me vienen a la mente las actuaciones que han tenido miembros de este partido con personas inmigrantes: Drogarlas y meterlas en aviones para mandarlas a África, como hacía Mayor Oreja; quitarles las tarjetas sanitarias, como hace el actual Gobierno español, o hacinarlas en esos centros de internamiento absolutamente ilegales a lo largo y ancho de su querida piel de toro.

Pues bien. En Gipuzkoa, dos ayuntamientos gobernados por Bildu y el Departamento de Política Social de la Diputación Foral de Gipuzkoa hemos optado por otra salida radicalmente diferente. Hasta ahora, cuando aparecía un asentamiento de ciudadanos y ciudadanas rumanas en una población, lo que se solía hacer era desmontarlo y desplazar a sus habitantes. Sin embargo, Astigarraga tuvo la valentía de afrontar el reto y hacer un programa para que estas personas emprendieran un camino de inclusión. Se hizo un censo, se les pidió un compromiso de permanencia, se fue empadronando a todos y todas, los niños y las niñas se escolarizaron en las ikastolas de la zona, se estableció un control sobre los calendarios de vacunación...

Todo este trabajo se realizó gracias a la voluntad política del Ayuntamiento de Astigarraga, a la ímproba labor del párroco de la localidad, a las ayudas de la Diputación y el Gobierno Vasco y a la gran labor técnica de la asociación Romi Bidean. En el primer semestre de este año se sumó también el Ayuntamiento de Hernani, al tener una situación similar con población de origen rumano, y el departamento de Medio Ambiente de la Diputación, que ha colaborado en la mejora de las condiciones de las viviendas.

Este es un proyecto de inclusión e integración a cinco años, y ya han pasado 18 meses con grandes logros. Es un proyecto que está teniendo un gran éxito y que, incluso, ha sido destacado por el Ararteko como ejemplo a seguir.

Como conclusión, sólo se puede agradecer la actitud de todas las personas implicadas en este programa, los Ayuntamientos de Astigarraga y Hernani, la Diputación Foral de Gipuzkoa, el Gobierno Vasco, la parroquia local, Romi Bidean y todas las asociaciones comprometidas en que estos ciudadanos y ciudadanas logren una auténtica inclusión en nuestra sociedad.

Quizá estas líneas mitiguen la ignorancia del señor Murgiondo, pero lo triste es que no será suficiente para erradicar la xenofobia que anida en su cerebro y en el de muchas y muchos compañeros de su partido.