De Tomás de Torquemada, primer inquisidor, los historiadores nunca se han puesto de acuerdo sobre el número de personas que quemó. En lo que sí hay consenso es en el número de virtudes que practicaba: ninguna.

De Urquijo, actual inquisidor civil de España en Euskadi, los periodistas tampoco coinciden en el número de atropellos que acomete pero, ya que no neuronas, yo sí que le concedo una virtud.

Y es que es laborioso, no descansa nunca. No sale de su despacho, siempre trabajando. Lo mismo enmienda el derecho de los bilbainos a organizar sus fiestas y elegir a su txupinera que reforma el de los laudioarras para nombrar a su pregonero.

Ahora, incansable, también se hace cargo de diseñar la programación de la EiTB y veta la aparición de Pirritx y Porrotx.

Inmune al desaliento de quien acaba consiguiendo siempre lo contrario de lo que se propone, Urquijo ya debe estar urdiendo un nuevo dislate y, en cualquier momento, denuncia que el horóscopo del GARA en relación a Aries «pudiera constituir una contravención de la Ley del Parlamento Vasco 4/2008, de 19 de junio, de Reconocimiento y Reparación a las Víctimas de Terrorismo».

Al menos Torquemada como inquisidor pasó a la historia, así sea negra. Urquijo, como payaso, digno oficio donde los haya, no alcanza ni para Intereconomía.

Y a propósito de los mejores payasos, Pirritx y Porrotx van a estar el domingo 22 en Lazkao, desde las diez de la mañana, en un encuentro festivo en el que habrá talleres, hinchables, música, teatro, espectáculos... y una gigantesca paella con postre para quienes nos acerquemos.