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Análisis | proceso soberanista catalán

Cientos de miles de razones desencadenadas en Catalunya

Tras el rotundo éxito de la Vía Catalana en la última diada, el autor extrae una serie de consecuencias políticas de calado y apunta algunas claves del escenario que emerge en Catalunya, un escenario en el que concluye que ya no hay marcha atrás.

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Txente REKONDO Analista internacional

El rotundo éxito de la Via Catalana cap a la Independència es un imponente acto de reafirmación nacional. La sensación de que esta es una apuesta de país participada por amplísimas capas de la sociedad catalana y que difícilmente tiene marcha atrás ha quedado profundamente enraizada en el imaginario colectivo de Catalunya, después de demostrar cómo se incrementa la fuerza del movimiento independentista un año después de la gran manifestación del 2012. Una sensación que impregna incluso a aquellos sectores cada vez más minoritarios que no son partidarios de la independencia.

El salto dado con la Via Catalana por parte del movimiento popular del independentismo catalán es gigantesco. La Via Catalana supone un reforzamiento muy importante de la Assemblea Nacional Catalana (ANC).

Ya no estamos ante una organización con una gran pero simple capacidad de convocatoria. Llamar a participar en una manifestación multitudinaria es importante, pero relativamente fácil. Ahora, tras este 11-S, se muestra como una organización con gran capacidad de liderazgo y con mucha incidencia social. Convencer a decenas de miles de personas para que se distribuyan por todo el territorio nacional siguiendo las instrucciones de la ANC es un gran triunfo organizativo, pero sobretodo denota una capacidad de influencia social inédita (hay que tener en cuenta que miles de personas se desplazaron a centenares de kilómetros de su casa para estar en el tramo asignado). Evidentemente, eso incrementa exponencialmente también su influencia política.

Además, la ANC se ha reforzado internamente como organización de forma espectacular. La expansión territorial sin la cual no se puede explicar el brutal éxito organizativo es ya total. Las decenas de miles de voluntarios que participaron en la organización de la Via Catalana y el hecho de que más de medio millón de personas, aparte de participar, se hayan inscrito con todos sus datos en la web de la ANC la convierten en una de las organizaciones más potentes de Catalunya sin ninguna duda.

La proyección internacional ha sido muy relevante. Obviamente uno de los objetivos era la proyección mundial de la causa soberanista catalana, dar a conocer al mundo la reivindicación nacional y se ha conseguido con gran éxito. Una imagen democrática y popular que además se superpone a la imagen de los fascistas que atacaron la sede del Govern en Madrid.

Marcando la territorialidad. La participación de miles de valencianos y de ciudadanos de Catalunya Nord mostró que, a pesar del proyecto de un Estado para el Principat, no se renuncia de ningún modo a la condición nacional del conjunto de los Països Catalans. Además fue muy significativo que el único punto de la cadena tras 400 kilómetros con un gran dispositivo policial represivo fuera en territorio de la Guardia Civil en Vinaròs (Castellón).

Consecuencias políticas importantes. Esta demostración de fuerza de las bases populares del independentismo refuerza la posición del Govern de la Generalitat frente a Madrid en la demanda para que permitan una consulta, pero al mismo tiempo, impide al president de la Generalitat, Artur Mas, cualquier plan B que pueda estar estudiando con Mariano Rajoy.

Si los contactos mantenidos entre los dos presidentes pretendían abrir un subterfugio a las aspiraciones del pueblo catalán quedarían totalmente deslegitimados. La presión obliga a una consulta sí o sí en 2014 sobre el futuro político nacional y de ninguna forma se aceptará una demora o una consulta sobre aspectos colaterales como la financiación autonómica.

No es sencillo hacer una prospectiva política del escenario que emerge en Catalunya, pero se apuntan algunas claves.

El impacto de la Via Catalana reafirma que el único camino posible es la actual hoja de ruta. Por tanto, en los próximos meses pasaran dos cosas ante la supuesta imposibilidad de una consulta acordada:

Primero, que el Pacte Nacional pel Dret a Decidir y la comisión parlamentaria del Dret a Decidir (CiU, ERC, ICV-EUiA, PSC y CUP) debatirán la formulación de la consulta. Y cabe esperar, dada la presión popular, que se fuerce algún compromiso sobre la fecha de la consulta para 2014 y la pregunta. Puede que alguna fuerza política, como el PSC, acabe no participando, pero finalizará con algún acuerdo de las principales fuerzas políticas.

Y segundo, que se aprobará (octubre-noviembre) la nueva Llei de Consultes que permitiría una consulta bajo legalidad catalana ante la imposibilidad de convocarla con un acuerdo pactado con Madrid al estilo del firmado entre Londres y Edimburgo para Escocia.

La fuerza de la Via Catalana también obliga al Gobierno español a posicionarse claramente sobre el proceso catalán. Pero es prisionero de su discurso enrocado en torno a la Constitución y difícilmente admitirá dar una salida política al conflicto. Por lo cual es muy previsible que se derogue la Llei de Consultes catalana a través del Tribunal Constitucional. Lo cual supondrá una prohibición de facto de la consulta.

La reacción posterior previsible será más o menos la siguiente: Por un lado, la movilización popular se incrementará aún mucho más. Hay que tener en cuenta que en estos momentos, según una encuesta de la cadena SER (no sospechosa de nacionalista) el día de la Diada un 80% de los catalanes exigen la consulta y un 52% están a favor del «sí» a la independencia frente a un 24% del «no». Hay que entender que en estos momentos la que está movilizada es la mayoría social encuadrada en ese 52% de independentistas. Si se prohíbe la consulta, a ellos se sumará el resto hasta el 80% porque habrá una causa común que es exigir la consulta.

Y por otro lado, está prevista una gran ofensiva internacional para denunciar la falta de fondo democrático del Estado Español al prohibir la consulta. Es una denuncia muy potente y existen muchos indicios que indican que podría sumar muchos apoyos a la causa catalana.

A partir de ahí el futuro es difícil de prever, pero la intención de Mas se sitúa en la convocatoria de elecciones catalanas de corte plebiscitario que den una mayoría parlamentaria que permita la declaración unilateral de independencia. El president plantea que sea en 2016, pero después de la Via se estima difícil aguantar tanto tiempo. Y en ese punto, la sociedad catalana tendrá que estar preparada para cualquier cosa en función de la reacción del Estado español.

Es evidente que siempre pueden surgir acuerdos, pactos y derivadas entre Mas y Rajoy que pretendan reconducir el escenario hacia posturas intermedias. Pero será difícil que lleguen a acuerdos que se puedan aplicar sin ningún tipo de consulta. Y en su caso habría que ver la respuesta que da el pueblo a una propuesta descafeinada. Sin olvidar que este escenario provocaría la ruptura del actual acuerdo de Gobierno para la transición nacional entre CiU-ERC. Además, todas la encuestas auguran la victoria electoral de ERC sobre CiU.

Finalmente, todo este proceso puede provocar una recomposición del mapa político catalán. Con una probable fractura entre CDC y UDC, una fuerte descomposición del PSC, un incremento electoral importante de ERC como fuerza mayoritaria, pero también de CUP e ICV-EUiA, que están muy atentas a la evolución de otra plataforma ciudadana como es el Procés Constituent de Arcadi Oliveres y Teresa Forcades. E incluso es posible que el PP se desinfle a favor de una acumulación de fuerzas españolistas en Ciutadans.

También habrá que ver las posibilidades de la constitución de un frente de izquierdas nacional (ERC-ICV-EUiA-CUP y movimientos sociales). Es difícil, pero hay que recordar que republicanos y ecosocialistas ya han gobernado juntos. Iniciativa no acaba de decantarse totalmente hacia la independencia, pero cada vez hay más sectores internos que presionan para posicionarse claramente y formar ese bloque de izquierda nacional.

Sin olvidar tampoco que las relaciones entre ERC y la CUP tampoco son fáciles (últimamente han empeorado con la moción de censura de ERC contra la CUP en Arenys de Munt, municipio emblemático de las consultas independentistas, aunque algunos señalan que es un tema eminentemente local) algunos movimientos de los próximos meses podrían ayudar a una futura confluencia puntual entre ambas organizaciones.

El pasado 11 de setiembre la sensación generalizada era que «el país impresiona» y hace que mucha gente se pregunte en voz alta aquello de que «a la vista de todo esto, ¡qué no seremos capaces de hacer!». Al ritmo que van los acontecimientos, finalmente, la conclusión que se está haciendo más nítida es que «todo es posible, y que está en nuestras manos».

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