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OBITUARIO [ Daniel DÍAZ TORRES ]

El cineasta crítico con las contradicciones de la Revolución

Era integrante del Comité de Cineastas de América Latina y miembro fundador del Consejo Superior de la Consejo Superior de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y desde 1986 impartió clases en la Escuela Internacional de Cine y Televisión

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Alvaro HILARIO

El pasado lunes, 16 de setiembre, murió en La Habana el realizador de cine, documentalista y docente cubano Daniel Díaz Torres, crítico impenitente de las contradicciones de la construcción socialista en su país.

Nacido en 1948, contaba diez años cuando «los barbudos» entraron en La Habana. Procedente de la crítica cinematográfica, se incorporó en 1975 al equipo que elaboraba el Noticiero del ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica) y se le considera miembro de la denominada Segunda generación de directores del mismo: «Estuvo en el Instituto, con Santiago Álvarez, de 1975 a 1981; allá realizó 90 Noticiarios de 10 minutos, que se hacían en 35 milímetros y en el plazo de 3 días, algunos de los cuales fueron muy importantes en cuanto a la crítica de la vida cotidiana en la Revolución: aunque la apoyaba, era muy crítico con los errores, las cosas mal hechas; no era un adulador», dice el realizador argentino Fernando Krichmar, quien fuera coordinador de la cátedra de Dirección en la Escuela de Cine y TV de San Antonio de Los Baños de la que Díaz Torres era director.

Su debut como realizador de largometrajes de ficción llegó de la mano de «Jíbaro» (1984). «Después de dejar el Noticiario empezó con el cine de ficción, siempre con esa impronta de cosa crítica que le quedó. El peor quilombo lo tuvo con `Alicia en el pueblo de Maravillas' (1990). Esta es una película muy crítica con la burocracia; además, apareció en los tiempos en los que cayó el Muro y el partido lo tomó como una crítica al sistema, así que empezaron a enviar militantes de la UJC (Unión de Juventudes Comunistas) a impedir algunas de las proyecciones. En esos años Daniel, `DDT', era aún una persona joven, lo que le permitió hacer frente a una situación muy dura; tanto que incluso hubo idea de cerrar el ICAIC en ese momento. Pero él se quedó en Cuba; siguió allá haciendo películas y trabajando en el ICAIC; decidió seguir haciendo la lucha desde dentro».

Desde 1986 era docente en la Escuela de San Antonio de Los Baños, una suerte de refugio para DDT después del estreno de «Alicia en el pueblo de Maravillas»: «Cayó en cierto ostracismo, allá en su puesto de la Escuela. Estuvo 10 años sin hacer más cosa que dar clase, tarea en la que siguió hasta su muerte. Fue el jefe de cátedra (por espacio de 20 años, más o menos) cuando yo desempeñé el cargo de coordinador de la cátedra de dirección. Después siguió haciendo películas, también bastante ácidas marcando las contradicciones que tiene la construcción socialista en Cuba, que son muchas», cuenta Fernando Krichmar.

«Era una persona increíble. Cuando te contaba una película, lo hacía plano por plano, aunque la hubiese visto treinta años antes. Era un cuentero de aquellos, impresionante, de voz profunda, muy buena gente, con un léxico muy rico... Era muy culto, muy cinéfilo, tremendamente apasionado del cine», recuerda Krichmar.

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