Artaleku volverá a asistir esta tarde a un partido de su equipo en la Liga Asobal (19.00, Gracia -Catalunya- y Rodríguez -Galicia-). Solo por ese motivo merecería acudir a verlo, pero es que además este Bidasoa, repleto de jóvenes promesas -pero inexpertas-, y sacudido además de forma cruel por las lesiones -Crowley primero, luego Alvarez, y finalmente la más grave, de Iriarte-, necesita y necesitará convertir su pista en un fortín para intentar conservar la categoría.

La empresa es complicada, y para ayudar a hacerla realidad ha llegado esta semana el argentino Vidal, que se puede acoplar a ambos laterales y aportará su experiencia, que le vendrá bien a un equipo al que no le sobra.

Y, para empezar, recibe a un rival en el que conviene fijarse, porque reúne casi todas aquellas virtudes que va a necesitar Bidasoa para salir airoso de esta Liga. El Cangas ascendió la pasada temporada y fue quien marcó la línea del descenso con sus 19 puntos, igualado con sus vecinos del Academia Octavio, el único rival al que ganó los dos partidos ligueros, lo que a la postre fue decisivo para salvarse. En la primera vuelta le venció en casa (28-26), y en su única victoria a domicilio, en la penúltima jornada liguera, volvió a ganar en Vigo (23-28).

La permanencia del Cangas se fraguó en su cancha, donde sumó 17 de sus 19 puntos, con 4 victorias por un gol de diferencia, 2 por dos, y otras 2 más «holgadas» por tres y cuatro, más un empate. Para ganar este tipo de partidos tenía que jugar a marcadores bajos, porque su potencial goleador era pobre, debía defender cada balón como si fuera el último del partido, y contar con el aliento incansable de sus seguidores para intimidar a sus rivales.

Si los jugadores de Bidasoa, en la pista, y sus aficionados, en la grada, son capaces de afrontar el reto con ese espíritu, tendrán opciones de mantener a Irun en la élite. La primera prueba es hoy.