Ya llueve menos. Osasuna logró, no sin una gran dosis de sufrimiento, sumar sus tres primeros puntos de la temporada y cortar una pésima racha que le ha llevado a perder cuatro partidos consecutivos. En definitiva, una victoria balsámica que llega en la quinta jornada pero que debe ser el punto de inflexión para remontar el vuelo.

Aunque el juego tampoco fue para echar cohetes, al equipo se le vio bastante más compacto que el día del Villarreal, y las buenas maneras que se intuyeron en Getafe durante algunos minutos se plasmaron esta vez en el resultado. Y es que a falta de buen juego, dos chispazos en ataque, una buena colocación en defensa y la actuación de un santo llamado Andrés Fernández bajo los palos sirvieron para sellar el esperado triunfo.

Javi Gracia, que se estrenó con victoria en su primer partido de casa al frente del conjunto rojillo, introdujo tres cambios respecto al choque del Coliseum Alfonso Pérez. Joan Oriol en el lateral izquierdo y Raoul Loe en el doble pivote jugaron de inicio, dejando en el banquillo a dos emblemas de la casa como Oier y Puñal. La entrada de Sisi en la banda derecha fue obligada por la baja de Cejudo.

Osasuna cumplió a rajatabla la regla para entrar bien en los partidos, la de forzar el primer córner a favor. Pero a renglón seguido, antes de que se cumplieran dos minutos de juego, cometió uno de esos errores tan suyos en este comienzo de temporada: Stevanovic y Boakye rompían la defensa rojilla en un nuevo despiste de la zaga osasunista. Por suerte, no hubo que lamentar heridas graves.

Con el susto en el cuerpo, el primer cuarto de hora sirvió para comprobar que por juego de toque iba a ser difícil sacar el partido adelante, ante un Elche que se iba muy arriba a presionar, también al portero. De hecho, Fran Escribá apostó por los rocosos Rubén Pérez y Carlos Suárez para el doble pivote, dejando a dos jugadores más habilidosos como Javi Márquez y Carles Gil en el banco.

La cosa no pintaba especialmente bien, ya que a los jugadores rojillos se les veía bastante nerviosos, jugando con cierta precipitación. Pero en un arreón que casi nadie se esperaba, los navarros firmaron cuatro aproximaciones en menos de diez minutos, incluyendo el primer gol de la noche para los rojillos.

Emiliano Armenteros probó puntería a los 13 minutos con un zurdazo desde fuera del área. Lo hizo bastante mal, pero seguramente le sirvió al argentino para calibrar su próximo lanzamiento, otro gran zurdazo que, esta vez sí, se coló por las mallas tras una jugada en la que Roberto Torres peleó sin descanso.

El propio jugador de Arre, poco después, sacaba un derechazo espléndido desde muy lejos que obligó a lucirse a Manu Herrera. El joven navarro volvió a ser titular y demostró su calidad en esos puestos de ataque. El siguiente córner -los cinco primeros saques de esquina fueron para los de casa- lo remató Damiá también con peligro.

Exhibición de Andrés

Y hasta ahí los chipazos de Osasuna. Porque tras ponerse por delante en el marcador y hasta llegar al descanso, lo único reseñable de los locales fueron las paradas de su portero, un Andrés Fernández que volvió a estar sensacional. Un disparo casi a bocajarro de Carlos Suárez en el minuo 29, un inesperado chutazo del ghanés Boakye desde la banda en el 33, y una falta de Edu Albácar -el mejor del Elche- ya al filo del descanso, tuvieron la misma respuesta, un paradón de Andrés que salvó una vez más a su equipo.

Es de suponer que los dos entrenadores se desgañitarían en los vestuarios para corregir errores entre los suyos, pero el choque dio un nuevo giro nada más comenzar la segunda mitad, cuando a los tres minutos de la reanudación Loties sorprendía a propios y extraños con un excelente pase en profundidad a Oriol Riera para que el ariete catalán fusilara a Herrera con potencia y marcara el segundo para los rojillos.

Con el partido de cara y un resultado tranquilizador, llegaron los mejores minutos de Osasuna en cuanto a juego colectivo se refiere. Exceptuando un nuevo intento de Edu Albácar a balón parado en el minuto 52, el Elche fue incapaz de crear ocasiones claras hasta la recta final del encuentro, mientras que los hombres de Javi Gracia estuvieron bien colocados defensivamente y hasta movieron el balón con criterio durante algunas fases del partido.

Como era de esperar, el último intento de los ilicitanos tenía que llegar, y así fue. La salida al campo de Manu del Moral y Javi Márquez mejoró ostensiblemente el ataque visitante y, tras una vaselina del centrocampista que se fue arriba por poco, llegó el penalti que sirvió para acortar distancias. En el minuto 86 un centro de Fidel pegó en la mano extendida de Marc Bertrán, que había salido poco antes, y la pena máxima decretada por Del Cerro Grande lo materializó el omnipresente Albácar.

Aunque el Elche tampoco hizo mucho más, las gradas del Sadar fueron una auténtica agonía en esos minutos finales, conscientes del mazazo que supondría dejar escapar una victoria tan necesaria como la de ayer. Finalmente, se logró el objetivo y el equipo llegará con otro ánimo al difícil compromiso del martes (22.00) en el Vicente Calderón frente al Atlético.