Antropofagía romántica
«Caníbal»
Mikel INSAUSTI
La última realización de Manuel Martín Cuenca no es tan radical narrativamente como su anterior «La mitad de Óscar», que hacía del distanciamiento y de la contemplación visual su naturaleza expresiva pegada a la realidad. En «Caníbal», salvo en la magnífica introducción de la gasolinera que da lugar a un crimen de fría y sobrecogedora mecánica, el resto se desarrolla por unos derroteros más dialogados y convencionales. Nada que ver con «Las horas del día» de Jaime Rosales.
El cineasta andaluz coincide, esta vez, más con el Buñuel de «Él», «La vida criminal de Archibaldo de la Cruz» o «Tristana» debido a que el punto de ruptura no está en la forma, sino en el contenido. Es el tema subjetivo el que condiciona el punto de vista del espectador, ya que las imágenes nunca muestran a un psicópata fuera de control o ensañándose con sus víctimas. Se supone que en su vida oculta de matarife pone la misma pulcritud y cuidado que en su profesión pública de sastre. Pero eso solo es posible mediante el recurso engañoso de las elipsis que eliminan la carnicería sangrienta que hay detrás de las correrías nocturnas del personaje. La carne humana está envasada con una mejor presentación que la apta para el consumo en muchos supermercados, y el solomillo ya en el plato no produce rechazo aparente.
Puedo entender que el protagonista sea un hombre religioso y procesionario, rescatando la interpretación cristiana de la antropofagia que Fernando Arrabal llevaba a cabo a través del ritual de la Comunión en «J'irais comme un cheval fou». Pero la historia de amor no me encaja, y menos aún su desenlace ambiguamente platónico.
A «Caníbal» le falta sustancia, y lo que tiene de ejercicio cinematográfico minimalista e intencionadamente austero se queda en algo etéreo al final.
Antonio de la Torre, en cambio, acierta a fundirse con un entorno conservacionista, de acuerdo con una mentalidad contraria al progreso. Está desengañado con la marcha del mundo, como artesano terminal que es, y eso le lleva a un comportamiento desesperado, incluso tanto como para enamorarse.
Dirección: Manuel Martín Cuenca.
Guión: Alejandro Hernández y Manuel Martín Cuenca, sobre una novela de Humberto Arenal.
Producción: Fernando Bovaira, Rafael de La Uz, Simón de Santiago, Alejandro Hernández y Manuel Martín Cuenca.
Intérpretes: Antonio de la Torre, Olimpia Melinte, Maria Alfonsa Rosso, Joaquín Nuñez, Gregory Brossard, Delphine Tempels.
Fotografía: Pau Esteve Birba.
Montaje: Ángel Hernández Zoido.
País: Estado españól. 2013.
Duración: 116 minutos.