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análisis | recomposición del mapa político germano

Tras su triunfo, Merkel afronta una difícil búsqueda de socio

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Ingo NIEBEL Historiador

Titulares como «Merkelmania», «Todos enanos, menos mamá» o «Super-Angie» son solo tres de los publicados ayer por la prensa alemana cuyo denominador común fue que la Unión Demócrata Cristiana (CDU) debe su triunfal 41,7 % (un plus de casi 8 puntos) exclusivamente a su presidenta y canciller, Angela Merkel. Los estrategas democristianos lo querían así. En los carteles se veía a la jefa de gobierno con la consigna: «Cancillera para Alemania». A la «chica de Kohl» se le escapó la mayoría absoluta por solo cinco escaños porque ni su socio, el Partido Liberaldemócrata (FDP), ni la euroescéptica Alternativa para Alemania (AfD) lograron entrar en el Parlamento.

Merkel ha anunciado que va a terminar la nueva legislatura. Está por ver si en 2017 se volverá a presentar para batir el récord de su mentor, el excanciller Helmut Kohl, que estuvo 16 años en el poder (1982-1998). Parece posible porque ahora nadie quiere recordar que al principio de la legislatura anterior, Merkel lo estaba pasando bastante mal frente al Ejecutivo, al partido y en los sondeos.

La victoria del domingo da tiempo a la CDU y a su líder de planear el futuro en el caso de que no quiera optar por otro turno gobernando Alemania. Hoy por hoy no hay nadie con la misma popularidad que podría sustituirla si, por el motivo que fuese, dejase su cargo.

Las simpatías de las que «Angie» goza en estos momentos se explican por dos razones. Por un lado, le ayuda el hecho de que la situación económica y social de Alemania sea buena en comparación con otros estados de la Unión Europea. Libres de recortes y de crispación social, la gran mayoría de los alemanes se sienten bien con Merkel en la Cancillería de Berlín.

Por otro lado, hija de un pastor protestante, tiene un carácter moderado, no tiende a insultar ni da la impresión de que ha aprovechado la política para enriquecerse. Desde la perspectiva alemana al menos se cree que, cuando predica la austeridad, está diciendo algo que ella practica. Su credibilidad ha hecho olvidar a muchos los repentinos cambios de opinión que protagonizó a lo largo del rescate del euro o diciendo adiós a la energía nuclear después de la catástrofe de Fukushima.

De ahora en adelante, la canciller en funciones tiene dos opciones para gobernar. La primera es la que en estos momentos parece la menos deseada y probable porque sería la de un gobierno en minoría. Merkel lo dejó claro en la rueda de prensa de ayer: «Necesitamos un gobierno estable». Eso significa que, por ahora, la canciller no querrá buscar siempre la correspondiente mayoría absoluta con quizás diferentes socios cuando le haga falta. Hasta ahora no ha habido ningún Ejecutivo alemán que haya gobernado en minoría.

La otra opción de Merkel es buscar un socio para el bipartito, que si no jurídicamente, políticamente es un tripartito porque, además de la CDU está también su hermana bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), que solo se presenta en este land. El domingo, el partido del ministropresidente bávaro, Horst Seehofer, obtuvo el 49% de los votos, que suponen 2 puntos más que en las elecciones regionales de la semana anterior. Si ya por su idiosincrasia, la CSU se cree un tanto especial, con este éxito lo será un tanto más. Seehofer ha dejado claro que querrá que se aplique también a los turismos extranjeros el peaje que ya han de pagar los camiones que utilizan las autopistas en Alemania, que aún siguen siendo gratis para los alemanes. Arropado por los buenos resultados, la CSU entrará fuerte en las negociaciones.

Si Merkel quiere un ejecutivo muy estable, no le queda otra alternativa que llegar a un acuerdo con el Partido Socialdemócrata (SPD). Ya habló ayer con el presidente de la segunda fuerza política en el Bundestag, Sigmar Gabriel, pero el líder socialdemócrata ha pedido tiempo porque hasta el viernes no se reunirá su partido para deliberar sobre los 25,7 puntos que acaba de lograr.

Su candidato, Peer Steinbrück, solo mejoró en dos puntos el resultado de 2009, que fue el peor desde 1949. Aquella caída histórica fue consecuencia de la Gran Coalición con la CDU y por ello la cúpula del SPD teme entrar de nuevo como socio minoritario en un bipartito con Merkel. La debacle del domingo no sorprende, en primer lugar porque Steinbrück nunca ha alcanzado el grado de credibilidad de la canciller; empezando por los excesivos honorarios que le pagaron empresas públicas para sus conferencias y terminando por la «peineta» que mostró en la fotografía de una entrevista.

El SPD ha de decidir si acepta que ha dejado de ser un partido con arraigo popular y se contenta con menos del 30 % de los votos o si se lanza a la aventura de organizar un tripartito con el partido Die Linke (La Izquierda) y los ecologistas Verdes.

Estos últimos podrían ser el plan B de Merkel si la canciller tiene el valor de meterse en un experimento, teniendo en cuenta que a la CDU de Hamburgo le salió mal el bipartito con los ecologistas. Además con los Verdes no tendría respaldo en la segunda cámara del Parlamento porque no hay ningún ejecutivo regional de esta índole. Los ecologistas también entran ahora en una fase de reflexión porque el 8,4 % de los votos es similar a un desastre para un partido que, después de Fukushima, se movía por el 20 % de las simpatías, siendo incluso segunda fuerza política en las encuestas. Le ha salido mal la estrategia, según la cual en vez de centrarse en sus temas clave -el ecologismo y el cambio energético- sus bases optaron por dar prioridad a la política social. El congreso que celebrará en octubre ha de elegir, no solo una dirección nueva -la actual ha anunciado su dimisión- sino también si prefiere llegar al «centro de la sociedad», es decir a los ámbitos burgueses, o si opta por el tripartito con el SPD y el Linke, que hasta ahora siempre ha rechazado. Justamente la debilidad propia y la del SPD requieren que se aclare este punto.

«¿Quién se habría imaginado en 1990 que ahora seríamos la tercera fuerza política?», exclamó el domingo el candidato principal del Linke, Gregor Gysi. El 8,6 % que obtuvo son unos 3 puntos menos que en 2009, dos menos de los que Gysi quería alcanzar y el doble de los logró que hace dos años cuando La Izquierda estaba hundida en una profunda crisis interna.

Ahora ha de decidir si se inclina hacia la OTAN y las intervenciones militares para que el SPD y los Verdes lo acepten como socio o si se mantiene en la oposición y aislada.

Mientras espera a que los otros se muevan ha de pensar por qué 360.000 de sus votantes dieron su voto a la euroescéptica AfD, cuyo 4,7 % de los votos le ha dejado ante las puertas del parlamento. El nuevo partido, constituido hace solo medio año, se ha llevado 450.000 votantes del FDP, hasta ahora socio de Merkel.

Con el 4,8 % los liberales se quedan fuera del Bundestag principalmente porque, a pesar de su arrogancia de 2009, cuando alcanzaron el 14%, no han cumplido su promesa de bajar los impuestos. Es la primera vez desde 1949 que el FDP está fuera del hemiciclo. La cúpula liberal ya ha dimitido y su sucesora tendrá que reconstruir el partido desde los estados federales donde aún está presente. No va a ser fácil porque la AfD atrae al ala euroescéptica del FDP. El futuro de ambos partidos lo decidirán las elecciones al Parlamento Europeo en mayo de 2014.

Lo que a todos los partidos con representación en el Bundestag les debe dar qué pensar es que, a pesar de una amplia campaña, en la que intervinieron desde el presidente federal de la República, Joachim Gauck, hasta el diario sensacionalista «Bild» con 41 millones de ejemplares gratis para que la ciudadanía acudiera a las urnas, la participación solo subió un 0,7 % al 71%, el segundo peor resultado desde 1949. Eso significa que el 30 % de los ciudadanos ha ignorado estos comicios.

Que la élite política pueda mejorar de forma general su imagen dependerá también del tiempo que duren las negociaciones sobre el nuevo gobierno, que se estima no transcurrirán en un tiempo récord de 30 días como en 2009.

 

victoria agridulce en HESSE

La CDU venció en las simultáneas elecciones en Hesse (capital, Francfort), pero aunque los liberales del FDP alcanzaron por los pelos el listón del 5% los votos de ambos no serán suficientes, por lo que o se editará la Gran Coalición o un frente a la izquierda. Sea como fuere, un varapalo para Merkel en el Bundesrat (Senado).

Y EN SU CIRCUNSCRIPCIÓN

Merkel logró también el mejor resultado en su circunscripción, Antepomerania-Rúgen-Greifswald, con un 56,2% de votos, siete puntos más que en 2009. La canciller ha ganado en su feudo en todos los comicios desde 1990. Por contra, su rival Peer Steinbrück (SPD) volvió a perder en su circunscripción de Bonn-Mettman.

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