El próximo sábado, 28 de septiembre, el Ayuntamiento de Lizarra homenajeará al que fuera el último alcalde democrático de la II República en la localidad, Fortunato Agirre, así como a dos funcionarios municipales, Clemente Ros y Federico Leza, asesinados en 1936. Quiero aprovechar la oportunidad para hacer un breve, pero sentido, reconocimiento a todas aquellas personas que por defender sus ideas fueron asesinadas, vejadas y torturadas en aquella masacre sin sentido. Su memoria, su recuerdo, y en definitiva, la posibilidad de conocer su historia, son claves para que aquellos hechos terroríficos no se repitan. Pero sobre todo debemos y queremos recordarlos por justicia. Porque nunca podremos devolverles ni a ellos, ni a sus familias, todo lo que dieron en favor de un mundo mejor, en favor de la libertad y de la justicia social. La deuda que tenemos como sociedad con ellos es impagable.

Ejemplos como el de Fortunato Agirre demuestran el valor de la política en mayúsculas.

Para mí, Fortunato Agirre es y será un modelo a seguir, por su compromiso y defensa de los valores democráticos y de sus principios políticos, por su historia, por su implicación, su valor, y como abertzale quiero subrayar que también por defen- der las ideas nacionalista desde el corazón.

Y si hoy podemos conocer quién fue Fortunato Agirre es gracias a la memoria, al recuerdo de su familia. Gracias a ellos. Personalmente he tenido la suerte de conocer a sus hijas. Nunca podré llegar a saber cuánto sufrieron aquellos niños, y aquellas esposas, si bien, pude vivir en la figura de mis abuelos el dolor del exilio en Argentina, donde nací, lejos de nuestra Euskal Herria; tal vez por eso, me sienta de alguna manera más cercana a todos ellos. Unos hijos e hijas que han asumido durante tantos años con ímpetu la labor de perpetuar la figura y la memoria de un hombre comprometido, defensor de la democracia, pero sobre todo, de su aita. Gracias a esos hijos por mantener viva su memoria, por enseñarnos a quienes no lo conocimos que el alcalde de una ciudad tan emblemática como es Lizarra fue un ejemplo en la defensa de sus ideas, principios y derechos.

Por eso la decisión del Ayuntamiento de Lizarra de poner una placa en su memoria y homenajearlos es una gran noticia. Desde estas líneas quiero animar a la ciudadanía a que acuda a este acto de reconocimiento a honrar su memoria y la de otros tantos. Yo allí estaré. Todos los vecinos de Lizarra sabrán ahora, pero también dentro de muchos años, que tuvieron un alcalde que fue asesinado por defender aquello para lo que su pueblo lo había elegido.

Quiero dar las gracias a Fortunato Agirre, a Clemente Ros y a Federico Leza que serán homenajeados en Lizarra, y a todos los que como ellos lo dieron todo, hasta la vida, en la defensa de sus ideas; gracias a sus hijos e hijas, esposas y familiares, por alzar la voz y contarnos su historia, por hacer que viva su memoria. Es el mejor homenaje que se les puede hacer.

En nombre de todos los que creemos en la defensa de los valores democráticos, bihotz bihotzez mila esker.