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«La Fonda de Marraco, en Canfranc, era como el Café de Rick de Casablanca»

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José Antonio Blanco

Director de «El Rey de Canfranc»

José Antonio Blanco, aunque nacido en Iruñea, es oriundo de Uncastillo (Zaragoza). Todo el universo que envuelve a la estación de Canfranc, las historias sobre el oro, la misma estación, siempre le han interesado. Así, comenzó a investigar y, tiempo después, ha venido a Zinemaldia con un documental bajo el brazo sobre Albert Le Lay, el «rey de Canfranc» y miembro de la Resistencia francesa.

M. LARRINAGA | DONOSTIA

El documental «El rey de Canfranc» retrata la vida de una estación de tren ubicada en un angosto valle de Huesca donde gran parte de los vecinos, queriendo o sin querer, colaboraban con la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. En el centro de toda la operación, en Canfranc, se encontraba Albert Le Lay, jefe de aduanas y el hombre que se encargaba de pasar a los regugiados y de llevar documentación secreta al Estado español.

El documental se estrenó el pasado sábado en la sección Zabaltegi de Zinemaldia.

¿Qué le llevó a hacer un documental sobre Albert Le Lay y Canfranc?

Hemos hecho «El rey de Canfranc» porque somos un equipo de cinco personas que nos dedicamos al mundo audiovisual y que siempre nos había llamado la atención la estación de Canfranc. Porque es un Titanic varado en la superficie, porque todavía se conserva mobiliario de aquella época, porque está custodiado en los Pirineos por montañas de dos mil metros de altitud... Aquello tiene vida, tiene algo. Cuando nos pusimos a investigar, vimos en prensa que había salido información y que salía el personaje de Albert Le Lay. Nos pusimos en contacto con la familia, yo concretamente, con su hija Janine. Siempre han sido muy celosos de esta historia y eso es lo bonito, que nunca se ha contado esta historia. Entonces me puse en contacto con el hijo de Janine, Víctor Fairén y él sí que me abrió las puertas. Así, vimos que todo esto era un prisma que tenía un montón de caras y que cuando empezamos a tirar del hilo salían un montón de historias por todos lados, hasta el punto que tuvimos que acotar el proyecto.

¿Quién le contó la historia a Víctor Fairén, el n ieto del protagonista?

Fue su propio abuelo en primera persona. Él conversaba mucho con su abuelo. Solamente era la familia quien conocía la historia y, sobre todo, sus hijas eran muy ricas en esa sabiduría.

¿Qué sentimientos les quedaron después de escucharla?

Te queda un sentimiento de admiración. Yo toda la vida me acordaré de esta persona. Me acuerdo que en el año 2000, aquí en Iparralde, conocí a su mujer, a la que había sido su cómplice, porque sin ella él no era nadie. La conocí con 104 años y ella fue muy celosa a la hora de hablar, parecía que la Resistencia seguía viva todavía porque no me quiso contar absolutamente nada. Me dijo: «Por respeto a mi marido, voy a mantener ese silencio que he mantenido durante toda mi vida. ¿Por qué se lo voy a contar a usted? Si me perdona, voy a merendar». Fue muy políticamente correcta. «Que elegante esta señora», fue lo que pensé.

¿Todos los habitantes de Canfranc eran de la Resistencia?

Le Lay era una persona muy inteligente y con una sangre muy fría, pero a la vez con muchísima humanidad. Para él Francia era muy importante y no quería que Alemania invadiera Francia. Por eso, utilizó todas sus artimañas, toda su cabeza, para poder pasar esos documentos a través de Canfranc. Le Lay fue una pieza fundamental para la Resistencia francesa. En una ocasión, el coronel Remy, que fue el jefe de la Resistencia francesa, le preguntó como iba a pasar toda esa documentación hacia España y Le Lay le contesto: «no te preocupes que yo me voy a encargar».

En toda esa operación hubo una persona, un «rojo» de Canfranc llamado Mariano Marraco y dueño de la Fonda Marraco, que fue un apoyo fundamental para Le Lay. Muchas de las personas que pasaron por Canfranc las refugió Marraco en su casa. Y en esa Fonda Marraco, que es como el Café de Rick de Casablanca, se dieron cita todas las personas sin saber quiénes eran: camioneros que pasaban el oro, la Gestapo, los alemanes que iban a hablar por teléfono, Marraco que hablaba con Le Lay del paso de documentos, un judío que estaba debajo del mostrados de Marraco mientras los alemanes pedían algo...

También estaban las personas que trabajaron en el muelle, en el transbordo de todo tipo de mercancías, que no sabían para donde iba toda esa logística, que han guardado silencio y que ahora a raíz de esta historia dicen «yo estuve ahí, he tenido en mis manos los lingotes de oro».

En el documental llama la atención cómo cuentan los personajes lo que hacían para la Resistencia. Una de ellas es Lola Pardo, quien dice que lo que hacía era «fácil».

Bueno, hay que tener en cuenta que las hermanas Pardo tenían 13 o 14 años, eran unas niñas inconscientes que no sabían muy bien lo que hacían. Su hermana Pilar, que era la que la acompañaba y trabajaba en la casa, era más consciente y la que se daba cuenta de lo que tenían entre manos. Pero necesitaba el apoyo de su hermana Lola, que era más inconsciente, para estar más segura.

En cambio, para Lola era un juego de espías. Además, Lola me dijo en alguna ocasión que llegó a abrir esas cartas. Venían escritas en inglés y decía que había mapas, fotografías. Pero, aunque estuviesen escritas en inglés, sí que le había llamado la atención una palabra: Normandy, que se repetía en varias ocasiones. Por eso, estamos seguros que parte de la preparación del Desembarco de Normandía pasó por aquí.

Le Lay tuvo mucha suerte pero, al mismo tiempo, arriesgó la vida de estas niñas, que eran unas adolescentes. Pero es que cumplían tres requisitos importantísimos. Por una parte, eran hijas de ferroviario, con lo cual tenían billete gratuito para bajar a Zaragoza. El segundo, que una de ellas era novia de un Guardia Civil, lo que es un arma de doble filo, porque imagínate si se lo cuenta al Guardia Civil. Y la tercera es que tenían que ir al dentista por un periodo muy largo, siendo ésta su coartada para los viajes a Zaragoza.

 
NORMANDÍA

«En los documentos que pasaban a España se repetía mucho la palabra `Normandy'. Estamos seguros que parte de la preparación del Desembarco de Normandía pasó por aquí»

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