Gloria REKARTE Expresa
En el fondo del agujero
María Servini ha sacado del inmenso baúl del olvido, en el que el franquismo puso a salvo sus tesoros, a cuatro de sus mejores joyas: Muñecas Aguilar, Galván, Giralte y Billy el Niño. Torturadores e impunes. Impunes entonces e impunes después. Y nada asegura que no lo sigan siendo ahora, pese a los esfuerzos de Servini. Madrid, que ha hecho existir la ingeniería jurídica, ha corrido a depositar a los imputados en las más cualificadas manos para tal ciencia: las del tribunal heredero directo de aquel de Orden Público para el que tantas inculpaciones y auntoinculpaciones consiguieron las salvajadas de todos ellos. Y de otros muchos más.
Pero pase lo que pase con la orden de arresto, queden como queden sus intenciones de interrogar a los torturadores, algo ha conseguido ya la jueza argentina: sacudir la memoria, que necesita sus ejercicios y estiramientos para no quedarse agarrotada, y que muchas personas que nunca habían oído hablar de él sepan ahora que Billy el Niño era la estrella de la Político-Social, cruel y sádico, con especial predilección por las ventanas; maestro del sufrimiento. Y que nunca pagó por ello. Como todos los demás. Y un trocito, aunque sea pequeño de la historia del dolor, sale de los oscuros cajones en los que tratan de enterrarla, y un episodio más de impunidad, de los acolchados cajones en los que reposa.
Quizás no era la intención de María Servini, pero ha establecido de manera inequívoca a qué nivel queda el suelo ético del Estado español: inútil mirar, como pretende el PP, hacia la terraza; hay que asomarse al oscuro agujero. Está ahí al fondo. A la altura de los calabozos de ayer y de hoy.