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61 DONOSTIA ZINEMALDIA

«En `Gravity', el espectador es el tercer astronauta»

Colas, sesiones abarrotadas, aplausos y elogios de la prensa... Y mucha adrenalina en un fascinante viaje orbital, en 3D, hacia el interior de una mujer. El director de cine mexicano Alfonso Cuarón y su hijo Jonás, coguionista de «Gravity», estuvieron en el estreno en Zinemaldia de la epopeya espacial que casi seguro se convertirá en la película del año. Inauguró la Mostra de Venecia y ahora se proyecta en Donostia, antes de llegar a los cines el 4 de octubre.

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Amaia EREÑAGA | DONOSTIA

«A 600 kilómetros sobre el planeta Tierra, la temperatura fluctúa entre +125 y -100 grados Celsius. No hay nada que transporte el sonido. No hay presión del aire. No hay oxígeno. La vida en el espacio es imposible». Así arranca «Gravity», en el silencioso abismo que hay sobre la Tierra, donde orbita la lanzadera Shuttle Explorer. La astronauta especialista Ryan Stone (Sandra Bullock), mareada en su primer viaje al espacio y deprimida por la muerte de su hijita, repara en el exterior el sistema de escaneado; el veterano astronauta Kowalski (George Clooney), en su último viaje, prueba una nueva mochila cohete. La demolición intencionada de un satélite obsoleto en el otro extremo del planeta provoca una reacción en cadena que causa un campo de escombros, destroza lo que encuentra a su paso y deja a Stone y Kowalski a la deriva, como únicos supervivientes y sin contacto con la Tierra.

La lucha y el viaje para sobrevivir se convierte también en un viaje interior. Rodado todo ello en tiempo real, porque son 90 minutos los que le quedan a la protagonista antes del siguiente campo de escombros, la cámara de Cuarón sigue al personaje, luego entra -literal- en su casco y, cuando sale, «es como si el espectador se convirtiese en un tercer astronauta».

Rodado en EEUU, en los estudios de la Warner, el proyecto tardó cuatro años y medio en convertirse en realidad. Híbrido de acción real, animación e imágenes generadas por ordenador (CGI), con escenarios, fondos e incluso trajes representados digitalmente; los Cuarón se asesoraron porque «queríamos ser fieles a lo que sucede en la microgravedad y con resistencia cero». Con cables y un aparejo, con la ayuda de marionetistas, hacían «flotar» a Sandra Bullock en algunas secuencias; se usaron robots gigantes, una especie de «caja de luz» donde simulaban la iluminación de las naves...

La experiencia visual es impactante y, por efecto de la narración, «el público se conecta de forma visceral y casi arquetípica. Es la historia de una mujer que está a la deriva hacia el vacío, alejándose cada vez más de las comunicaciones humanas. Es una metáfora que funciona y no tienes que ser astronauta para sentirlo. Ella vive en su propia burbuja. Los elementos metafóricos hacen que te involucres de una forma emocional en una historia de adversidad», explicó el cineasta.

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